Wednesday, June 15, 2011

Friday, May 20, 2011

Hora de aterrizaje: 11:47


Ahora me levanto más tarde porque mis noches son un rompecabezas. El astronauta no llora como otros bebés, pero sí deja en claro cuándo tiene hambre realmente y cuándo busca brazos solamente. Linduras del chantaje que el ser humano, como las ganas de dormir, adquiere casi desde que sale del vientre. Sentirse amado, pero antes que ello, sentirse protegido, pero antes que eso, sentirse seguro.

Mi hijo nació a las 11:47 horas del pasado 7 de mayo. A dos cámaras... grabé el momento y el reloj. Pésimo pulso, pero afortunadamente la temblorina se notó menos que la grandeza de esos primeros minutos en que vi a mi hijo existir y vivir sin placenta de por medio, sin sueños ni barreras, sin imaginación ni especulación. Despeinado, con llanto de no tantos decibeles y con puchero integrado. Labios rojos como guasón y ojos oscuros, abiertos, desconcertados. Manos grandes, piernas anchas. Los primeros juicios, irremediables siempre.

Poco antes del mediodía, el astronauta yacía acostado, secándose y encueradito, sobre el pecho de su madre, una escena que no he olvidado y que, con salud suficiente, jamás olvidaré. De cualquier forma, disparé mil veces con la cámara, por si no gozo de dicha salud. Lo retiramos del seno materno y los doctores me apartaron pronto de él por el protocolo que implica oxigenarlo y protegerle. Los instrumentos de un hospital siguen siendo más blancos y puros que el cuidado de los padres, aunque nosotros les dediquemos la vida.

Aún ataviado como doctor, regresé al vestidor en el que me fue prestado el uniforme azul y en el silencio posterior a un momento catártico me solté a llorar. Ser padre es tan indescriptible como irónico, a veces uno puede romper en llanto justo en el día en que su hijo nace. Y llorar, incluso, más que él.

A la vez, comprendí en carne propia que las preocupaciones de la paternidad comienzan desde lo inimagibable y por lo impensable. Mi hijo permaneció con oxígeno todo el sábado y salió hasta que su ritmo respiratorio fue estabilizado poco antes de que se cumplieran 24 horas de su nacimiento. La primera victoria de mi campeón, tan fuerte como mis elogios pueden multiplicarse a causa de él. Lo admiro desde ya.

Lo visité en ese espacio de resguardo de día y de noche, siendo vigilado con sigilo. A través de ese vidrio que me brindaba confianza e impotencia a la vez, le dije que lo amo y él respondió con un balbuceo indiferente. Ya me lo iré ganando.

Por cierto, en aquella primera noche en incubadora, Rodrigo lució una especie de casco que, por el tamaño de su cabecita, lo hacía ver como un hombre espacial, un ser sideral, un viajero que acaba de arribar. Vaya... un hombre del más allá, un astronauta.

Thursday, April 21, 2011

Decir adiós


Me voy con los deberes hechos, me marcho con la lengua de fuera (dicen que es signo de felicidad) y con el corazón muy clavado en el esternón (dicen que es reflejo de intensas vivencias).

En esta etapa que termina... he de confesar que me largué tarde en ocasiones, llegué antes en otras, triunfé y fracasé, gané y perdí, pero al final del sendero... me hospedo en un estado de pertenencia que, como decía aquella canción, hace que me sienta acolchonado, contento, casi en estado vacacional y, sí, acaso consentido también. Me veo al espejo, lejos de hienas y cerca de animales bonachones que podría comparar con mis amigos, quienes me visitaron el viernes pasado para celebrar uno más de mis cumpleaños.

Es momento de decir adiós a la etapa vieja de la infancia y de nacer a la paternidad inocente. Viene Rodrigo a la vida y yo voy a ser papá. No es que sea menos hijo, es solo que seré más padre. De esos seres raros que imploran no rugirle en exceso a sus cachorros y, a la vez, no demeritar en la enseñanza. Eso me preocupa como a todos, pero, también como a todos, el instinto me guiará.

Ahora se trata de decir adiós al cuidado recibido y dar pie al cuidado dado. Quemé mis naves amorosas, artificiales o reales, mi pasado es un coctel de colores y sabores, y es momento de hacer tierra, de besar la arena continental y de vivir como esos nativos que conquistan la jungla, se postran en ella y construyen su hogar, con piedras y más piedras, por décadas y más décadas. Dios me brinde vida para ello.

Como cachorro que fui, le pido a Él me conceda años, salud y magnificencia para proteger a mi cachorro. Ser salomónico y dulce, ser justo y ser más terso aunque, paradójicamente, la vida me arrugue hasta hacerme anciano.

Que el viento no me doble ni me rompa, por la vida que me queda y el hijo que me necesita, desde el primer cargón hasta que deba despedirse el padre del hijo. Espero, para entonces, sus alas sean poderosas y largas para planear en la vida, para planear por los aires.

He sido bendecido en todos los años en que he sido hijo. Pero, ahora, digo adiós a mi infancia y hola a su infancia. Una toda mía, la otra a mi cargo únicamente. La última vez que nací no me di cuenta; la próxima vez que lo haga, seguro lo sabré a través de él.

Algún día le diré a Rodrigo: "No traigas a un cachorro que pienses dejar solo". Pero mientras tanto, comienza la cuenta regresiva para mirarlo y mirarlo, mimarlo y mimarlo, amarlo y amarlo.

Ha crecido la melena.

Monday, March 28, 2011

Radioactivity


Sellafield 2 will produce 7.5 tons of plutonium every year. 1.5 kg of plutonium make a nuclear bomb. Sellafield 2 will release the same amount of radioactivity into the environment as Chernobyl every 4.5 years. One of these radioactive substances (Krypton 85) will cause death and skin cancer.

Ojalá y Fukushima no sea próximamente parte de la introducción de este tema que Kraftwerk, la banda más innovadora de la historia, incluye siempre en sus conciertos.

"Radioactivity" es mi canción favorita de estos maestrazos. Si bien la letra no es precisamente hermosa, nunca ha sido más oportuna... que ahora.

Thursday, March 24, 2011

Sírvanse


Aquí se le presenta a la amable lectora (sí, es preferentemente un post para mujeres) el mapa que ha diseñado la página Targetmap con el tamaño medio de los penes en este agraciado desgraciado planeta, según el lugar donde uno viva y el color que le haya tocado.

Seguramente después de esto, las mujeres dejarán sus viajes piteros a Europa y querrán visitar Congo por 17.93 razones; de igual modo, todo lo que tenga que ver con Asia les resultará cero atractivo, ya que es el continente "peor dotado".

En América Latina, la cima le pertenece a los ecuatorianos con 17.77 cm, seguidos por los colombianos y los venezolanos, con 17.03 cm.

Y a México... no, no le fue nada mal. Lloren, malinchistas.

Tuesday, March 22, 2011

Enternecedoramente rudo


Es la añoranza, la ilusión, la melomanía, ¿o son las tres?

Tuesday, March 15, 2011

Réquiem por una boa

Una boa constrictor medio jariosona que era cargada por la actriz porno israelí, Orit Fox, mordió el busto de la mujer durante la grabación de un video, lo que propició que el animal muriera envenenado por el silicón de los pequeños implantes.



Lo dijo alguna vez mi abue: no hay que viborear a las buenonas.

Wednesday, March 2, 2011

Contacto entre dos mundos


Hoy desperté temprano para platicar con mi astronauta, quien flotaba dormido dentro de esa cápsula que cada vez se le ha hecho más angosta porque aún no tiene noción de que es él quien crece a medida que el tiempo transcurre. Seis meses cumplidos el fin de semana y, gracias a Dios, todo viento en popa. Latidos constantes, mañas adquiridas desde ya, y la convicción absoluta de que no le gusta que su madre se acueste. Tal vez el mundo horizontal le resulta aburrido.

Noches nada fáciles, mucho movimiento y mucho calor especialmente para mis amores (ignoro si la temperatura es distinta para las embarazadas). Aun así, decidí despertar a mi hijo. Mover un poco mi mano sobre la panza fue suficiente y, de pronto, la respuesta. Un chipotazo casi imperceptible que traduje arbitrariamente como "Papá, aquí ando" de un ángel sin lengua definida ni fisonomía concluida. Pero ahí estábamos, al amparo del sueño de su madre, los dos hombrecitos. Mañana que anuncia un calor insoportable en pocas horas y otra jornada laboral intensa, frenética, cambiante.

Plática de aproximadamente media hora en la que el silencio intercaló momentos de introspección y patadas de reflexión. Yo le hablaba, él se movía. Seguro mi astronauta ha de haber pensado "Qué le pasa a mi papá que me hunde la barbilla". No importa, las quejas son como el hipo. En cualquier momento, por cualquier cosa, en cualquier día.

Echando un ojo al calendario, me quedan poco más de dos meses de ser un padre potencial o, al menos, un padre que sólo puede usar la mente, la voz, la mano y la barbilla para conectar con esa manita escondida detrás de la cápsula espacial que cada vez es menos amniótica y menos espaciosa.

Según entendí, mi astronauta tiene hoy en día un horizonte rojizo, y una mancha redonda al frente que, supongo yo, es el ombligo de su madre. Se parece a un eclipse, o a un amanecer o a un botón incandescente. Difícil describirlo. Él intentó, pero yo entendí como pude.

Limitantes de una comunicación preferentemente táctil, en la que él añora mi mundo exterior y yo, a veces, busco paz en su mundo interior.

Sunday, February 13, 2011

Goulash y Apfelwein


Muchas veces gritón, tantas veces desprendido, siempre incondicional.

Compartí con mi gran amigo Mou un par de días bajo el cielo alemán, haciéndonos paletas en el invierno de Frankfurt. Nos encontramos en tan insospechadas coordenadas por una combinación de oportunidad y cercanía. Los amigos, tarde o temprano, siempre vuelven a reunirse.

Y así sucedió.

Mi hermano apareció flaco y un poco más canoso. Sonrió y desató sus faroladas muy pronto, pero también rápido transformó la distancia encapsulada en los últimos meses en updates que suelen ser sencillos cuando dos forasteros se conocen hasta los decibeles del ronquido.

Mientras caminábamos por las calles con el frío en el culo o mientras rompíamos el paseo a razón de cafés sin azúcar, el tipo no ocultó sus tristezas ni escondió sus preocupaciones actuales. Pero Mou es de un hierro peculiar y bien sabido es que solamente conserva los defectos que lo fortalecen. Le sobran anticuerpos para los males del alma.

El encuentro en Frankfurt se coronó en una taberna 200% alemana que hallamos la noche del sábado. Nos dieron barra y cada quien a lo suyo. Uno a devorar Goulash, el otro a paladear el mítico Apfelwein. Con dos platos y cuatro vasos tuvimos, además de la cálida amabilidad de don José, un veterano mostachón que abandonó las Canarias hace 30 años para perpetuarse al servicio de germanos detrás de una barra. Lo tratan bien y las propinas son pachonas. No se queja ni bebe cerveza. Paradojas espumosas.

La estancia en Frankfurt ha sido fantástica. Ratifico que Alemania no se admira, se experimenta.

En contraste, a mi hermano, con sus muchos anticuerpos, sí lo admiro y lo echo de menos.

Tuesday, February 8, 2011

Ansiedad


¿Alcanzaré a llevar a mi hermoso hijo a un concierto de Depeche Mode?

¿O tendré que narrarle aquellas muchas peripecias entre butacas, eufórico y a unos metros de la banda de mis amores, a la que he visto en al menos 10 ocasiones?

Soy padre debutante. Soy un esqueleto de ansiedad. Soy víctima de esas patadas que llegan desde el vientre. Soy un cómplice a la espera de mayo.

Sobre la foto: Horas antes del concierto más grande en la carrera de Depeche Mode, en el Rose Bowl de Pasadena, el fotógrafo Anton Corbijn capturó un momento de tranquilidad entre Dave Gahan y su pequeño hijo, Jack. Junio de 1988.

Friday, February 4, 2011

El jamás y el siempre


¿Qué contarle a mi hijo acerca de este mundo? Una infinidad...

En la vida arriesgas tanto al hacer como al esperar. Te arriesgas al ser el capitán del equipo. Te arriesgas a partirte la cara aventándote por los dulces de la piñata, aunque el reconocimiento de la victoria dure 5 minutos. Te arriesgas al ocultar las calificaciones. Te arriesgas a cruzar la calle en amarillo. Te arriesgas a besar a alguien. Te arriesgas a quedarte sin molares por mirar un escote. Te arriesgas a vivir, según tus motivos.

Te arriesgas a nadar sin auxilio. Te arriesgas a presumir tu no respiración bajo el agua. Te arriesgas a perder un amigo por irte de farra con ella. Arriesgas el trabajo por contemplar un lunes sin corbata. Te arriesgas a las rupturas parciales o definitivas al bailar en los límites. Te arriesgas al ser tentón.

Te arriesgas a caminar por vez primera. Arriesgas ilusamente el cuerpo con tal de evitar un pelotazo en la nariz. Te arriesgas a caer al quitarte un zapatos con las dos manos. Te arriesgas a sufrir por una mujer. Te arriesgas a que un perro te muerda mientras lo acaricias. Te arriesgas a escuchar sólo la mitad de tu canción favorita por culpa de la ineptitud de tus tímpanos. Te arriesgas a escribir cartas que nunca nadie lea. Arriesgas al hablar. Arriesgas al callar.

Te arriesgas a perder demasiados amaneceres durmiendo. Arriesgas la burla con tal de defender a tu madre con dientes de sierra. Te arriesgas al buscar un sueño. Te arriesgas a una fractura en el más frenético de los conciertos. Te arriesgas a hacer un cambio. Te arriesgas al no hacer cambios. Te arriesgas a aprender hasta viejo.

Pero en lo único en que jamás arriesgarás... es en tratar con respeto y amor a la gente. Ante ello, quizá sólo te arriesgues a ser respetado y amado por siempre.

Sí, en este mundo de riesgos... a veces un jamás nos premia con un siempre.

Tuesday, February 1, 2011

Un tipo de sol


Como padre, la primera experiencia de imaginar a tu hijo con tal o cual prenda es algo indescriptible hasta para el más escéptico de los escépticos en cuestiones de paternidad. Y es especial porque por primera vez eliges "para él", sin despegarte demasiado de tus gustos.

Mi favorita es la playerita de E.T. y la de "Lock up your daughters". Ambas de prenda doble e increíbles, para edades de 6 y 9 meses, respectivamente. Hemos pensado su madre y yo que nuestro astronauta ha de lucir picarón en dichas playeritas, las cuales se confunden entre las varias que adquirimos durante el fin de semana que pasamos en San Diego, cobijados por Paola, Lourdes, don Tito, Fer y toda una pandilla de excepcionales personas cuyo principal distintivo es una sonrisa de 24 horas.

Mi mujer tiene otras favoritas e, incluso, se ha atrevido a comprar un traje para la primera Navidad del astronauta. Todo calculado para cada momento que atraviese el bebé cuando vaya creciendo. A este placer indoor se suma el sol de San Diego, porque estoy convencido que Dios le asignó a esta ciudad un tipo de sol único. Y la brisa y el viento y las calles del centro y el olor a mar....

Pero de Tijuana digo que tiene los mejores churros del mundo (los venden a pocos metros de llegar a Estados Unidos, en la línea de la garita por el equivalente a 23 pesos), además de unos inolvidables tacos de asada y una lonja de pescado que con indiscutible sabiduría culinaria me recomendó exitosamente Tito.

Un viaje redondo para nosotros, culichi y chilango, que detonamos la idea hace tiempo, pensando única y exclusivamente en nuestro astronauta, quien, primero Dios, nos obsequiará el primer balbuceo en mayo.

Estas imágenes, estas sonrisas que dibujamos casi a cada momento acompañados de quienes nos recibieron y nos pasearon con afecto, cuidado, preocupación y desprendimiento, han edificado un final de enero fantástico. Lo que se llevaron los ladrones pocas horas antes de regresar a México no mancha el concepto de la felicidad y la vida en familia, como ahora llamo a mi muy afortunada vida.

Ya lo dijo don Tito antes de darnos una muy cálida despedida en la que tuvo a bien comprarme una botella de vodka: "Éxito en su empresa como padres y la tarea es simple... sean felices".

Y la felicidad no se lleva en camionetas ni maletas. Cabe en el equipaje de mano.

Tuesday, January 25, 2011

Techo


El desenlace de 2009 parecía un espiral hacia el infierno y en verdad la pasé mal. Equivocación tras miseria tras desliz tras debacle tras un falso renacer. Un mundo deshecho y entercado en lo que no tenía perspectiva.

Anoche, no tantos meses después, me sentí más fuerte que nunca... con el mismo cuerpo, las mismas manos y el mismo Dios. Supongo que cumplí aquella fantástica máxima de Into The Wild que implicaba que lo más importante no es "ser fuerte", sino "sentirse fuerte". Y bien, eso fue. En ocasiones y sin aviso llega el día en que el esternón es un roble y los ojos observan en línea recta, como si estuviesen a punto de lanzar rayos. Sucedió ayer y a poco estuve de convertir en polvo los edificios que me quedaban en rango y distancia. Con la mentada sonrisa me tragaba esta rebanada de planeta.

Desde el sexto piso, el último del edificio, me sentí arriba en altura y esencia. No busqué la luna porque con lo visto era suficiente, estar encendido no requiere luces, estar a tope no implica motivos. Se notan en pleno las diferencias entre ser y estar.

En uno de los cuartos contiguos colgaban una sobre otra junto a otra y debajo de otra casi 30 charlas con mis personajes y bandas favoritas, con quienes he hablado de 2008 a la fecha. Ambición más que proeza. Aventura más que ocurrencia. No he recibido ayuda, me lo he construido yo solo. Es un muro hecho con mis locuras y obsesiones más rítmicas y anheladas que guardaré hasta viejo. Cada que las miro experimento dos sensaciones: la mía y la de mi orgullo. No me culpo en aplaudirme, todos lo hacen (mi culichi argumenta que me vendo muy bien), y ahora más que una de mis más soñadas entrevistas podría cristalizarse en febrero.

Y en la otra habitación... mi mayor orgullo, sí, la damisela que sí es proeza pero ante la bendición que llegó de modo inesperado en la hora más oscura, la madre de mi bebé. Desteñida por el cansancio de un lunes que, además, no considera el andar con dos cuerpos al aire, me sigue deslumbrando a cada instante. Si mi bebé duerme en su interior 16 de las 24 horas, eso no resta peso ni agotamiento, pero tampoco ternura. Por eso la miro hermosa, refulgente, coqueta, blanquecina e inacabable. La esfera que le brota del vientre es la cápsula en la que ha llegado mi astronauta, proveniente de una galaxia en la que su madre y yo nos volvimos padres de golpe al tocarnos apenas por segundos para crear vida por años. Inconsistencias matemáticas.

Sentirse fuerte, sentirse fuerte. Una noche de lunes en la que los únicos nubarrones han volado muy lejos de acá.

Dios da, Dios sabe.

Wednesday, January 12, 2011

Chanfle II


"Y aquí le vamos a dar un premio al que inaugure históricamente la sección de comments de The Corridor. El Chanfle, gracias. No hay mejor pretexto para inaugurar un blog, que no tenerlo. Es lo más auténtico. Ya verás Inphi que poco a poco saldrá la eyaculación espiritual".

Y sí, mi hermano Chanfle II escribió esto el 11 de noviembre de 2006. Poco antes él me había conminado a iniciar mi propio blog. Y más de cuatro años después, el corredor aún vive. Tenía razón el de la barbita.

Al compadre lo conocí en los albores del milenio. Supongo que cuando yo reporteaba y mis primeros modos de dirigirme a él era para pedirle que me llamara y me tomase "adelantos" (lenguaje periodístico, nada sideral). Posteriormente, mis recuerdos abundan en las risas que desatábamos ambos en la sección de deportes. Muy pronto nos volvimos amigos. Y pronto lo trasladamos a una versión de hermandad tácita. Destaco los consejos, pero más las bromas. No era desmadre, era alegría. Algunas amistades así son... pura alegría. La que tengo con Chanfle es eso: un bienestar de tiempo completo.

No obstante su franqueza y su ser frontal cual tiburón que se estrella con la jaula del buzo, en poco más de 8 años solamente una vez me externó algo que le molestó de mí y una sola vez hice lo propio con él. Eso habla de las escasas impurezas de un lazo en el que el habla y la escucha se entendían tanto como el gel y la barbita. Cada uno su sello. Y contra el encanto no había que pelear. Mamadores al 100 por ciento.

Pese al vínculo alegre y con forma de quecosaedro, muchas horas las dedicamos a bien filosofar, aunque siempre fue preferimos mal filosofar. Sin estupidez no funcionaba la elucubración, sin tema femenino tampoco, pero eso sí, a un enunciado deportivo correspondía una disertación musical. Y yo me sentía escuchado, y qué más agradece uno hoy día que una oreja atenta y auténtica.

Algo que siempre le admiré es que exprimía el mismo acento para narrarme su último acostón como para tomar la palabra la noche en que velaron a su abuelo y cautivar a todos con un discurso que exponía las entrañas y pulverizaba frivolidades sin sonar pretencioso ni vacilón. Era su corazón hablando y nosotros latiendo alrededor. Nunca ha cambiado ese modo, esa templanza. Sus berrinches son otra cosa y todos los tenemos. Pero en el terreno, en la lucha y en la grada, siempre ha sido el mismo jugador. Aun saltando ante The Strokes que gritando frente a Héroes o Arcade.

Ha sido padre de su hermano, lo que no todos aceptamos ser. Ha sido esposo de su madre, lo que pocos podrían. Ha sido hijo de su abuela, lo que a muchos desesperaría. Y, a título personal, ha sabido ser mi amigo menor, aunque me saque una cabeza de estatura. Me ha brindado el privilegio de que yo hable y él escuche por la mera diferencia de edad y no ha mostrado deseos de atravesar épocas ni edades. Él es de su edad, a su edad, de su tiempo y a su tiempo. Con mil facetas porque su vida lo ha exigido, pero de una sola pieza... como los hombres auténticos de pies a cabeza.

Mañana se va del lugar en que lo conocí y todo parece indicar que echaremos una última comida estúpida. No es que nos dejemos de joder en el futuro, pero al menos eso sí sucederá en el terreno en que pretendimos amistad y obtuvimos hermandad. En el trabajo nos vinculan de un modo casi Chómpiras-Botija, afuera somos más habituales, más usuales, menos especiales, más normales. Aquí somos, allá afuera estamos.

En fin. Siendo o estando, cuentas conmigo, mamador. Te deseo éxito U.N.I.C.O. y bienestar de tiempo completo.

Ya verás que seguirá saliendo la eyaculación espiritual.

Monday, January 3, 2011

El astronauta


La foto es del 31 de diciembre de 2010, aproximadamente a las 8:40 de la mañana.

Con escasos 320 gramos, movió su brazo, dobló su manita y en cierto presumimos que estaba chupándose el dedo, aunque es probable que haya enviado alguna otra señal que no comprendimos desde la cabina en Tierra. La imagen había sido rotada por los técnicos que organizaron el contacto con aquel mundo, ya que en realidad nuestro bebé estaba de cabeza y orientado hacia la espalda de su mamá. Un completo astronauta. Tenía que ser mi hijo, tenía que llevar mis locuras en los genes. Tenía que comenzar a volar desde pequeño.

Una señal de la vida en su apogeo, un regalo de Dios para culminar el año que empezó siendo de mera reconstrucción y terminó siendo de consolidación en muchos sentidos. Cuán sabio es Dios.

Para qué explorar el universo y buscar galaxias detrás de las galaxias... si dentro de uno puede hallarse algo infinitamente más bello, más enternecedor, más perfecto.

We're flying high, we're watching the world... pass us by...