Thursday, November 16, 2006

El rey de la casa


Lo confieso: me pasó lo que a muchos sucede cuando empiezan una relación, cuando complacer a la galana es lo más importante.

Aparte de decirme que le encantaba la música de Café Tacuba y de Juanes, mi entonces novia Mara (hoy dueña de mis quincenas) me hizo aquel gracioso comentario a finales del 2002: "Muero por un hurón, me fascinan esos bichos".

Justamente esa palabrita de “bichos” me llevó a imaginar que sería algo así como una mirruña de animalito maravilloso, lo que, en combinación con mi espíritu de novio complaciente, amalgamó la compra inmediata en “Maskota” de Loreto.

Si mal no recuerdo, el chico de la tienda (de esos que te explican igual el apareamiento del panda que las glándulas renales de un puerco espín) me dio un curso intensivo de hurones basado en un miserable folletito con garantía y la fecha de caducidad del que sería el nuevo miembro del noviazgo (más tarde sería el corazón de la familia).

Luego, para que hiciera finalmente la elección, me llevó al lugar de la tienda en la que dormitaban plácidamente un conjunto de pelos y manchas, donde se veían muchas patas, uno que otro hocico entumido, y varias garritas que no me causaron pánico. Debo decir que éste fue mi primer acercamiento al animal llamado “hurón”.

El gerente me dijo que escogiera y yo le apunté a algo, seguro era la pata más bonita que se me cruzó por los ojos, porque ni siquiera supe yo dónde empezaba la cabeza y dónde estaba el desagüe de cada bicho. Al azar y que Dios nos agarre confesados.

Pagué los respectivos 1500 chuchulucos, compré una jaula de casi 3000 volovanes, me llevé la bolsa de comida que ellos indicaron (aunque se pareciera a mi cereal favorito) y salimos solos una pequeña hembra y yo (según yo, había escogido macho, pero mi ignorancia y aquel vendedor ducho me timaron sin riesgo alguno).

El primer problema con este ejemplar, cuyo nombre técnico es “Mustela Putorius” (me acordé de un amigo) no tardó nada y se dio apenas al subir al coche en el estacionamiento de Loreto. Con el cambio revuelto y la hurona en la mano derecha, y las llaves y la jaulita en la izquierda, me las ingenié para resolver el asunto. “No te pasa nada si te dejo tantito al lado de la llanta en lo que meto tu jaula a la cajuela”, le dije a la bigotona de cuatro patas (por fortuna, no pasó ningún coche para cuando la encontré a la mitad del carril haciendo su primera gracia).

Ahí, justo ahí, me dije a mí mismo “¿Qué ching… hiciste?”, pero como no hubo respuesta de parte del lado izquierdo de mi cerebro, entendí que acababa de perder la razón o que la había olvidado en el “Maskota”. Me trepé al coche, le bajé a los cuatro vidrios, puse el aire acondicionado a todo y me fui a 20 Km. por hora, por aquello de que la fecha de caducidad del animalito se adelantara y el esperado “¡Amor, me encantó, mil gracias, eres lindísimo!” de mi galana… nunca llegara.

Desde aquel brinco que pegó Mara al ver por vez primera a “Martina” hasta hoy, todavía me sigo preguntando una cosa “¿Qué ching… hiciste?”.

Incluso hoy en día, ya no solamente hablamos de “Martina”, sino que hace un año llegó a la familia un segundo bicho, “Cucho”, un macho de criadero y de color ligeramente más claro que ella, con lo que confirmé que no sólo había perdido yo la razón, sino que comprobé que ya me empezaba a gustar la onda de estar hecho un reverendo imbécil y adquirir fauna silvestre nomás porque sí.

En todo este tiempo transcurrido desde entonces, ya me casé (al menos funcionó el sacrificio), ya vivimos juntos los cuatro, Mara se ocupa de “Martina” y de “Cucho” con una responsabilidad inquebrantable y debo decir que le he tomado cariño a estos animalitos, aun cuando su extensión territorial sea tan y tan grande que ya lo único que sigue siendo mío en la casa es mi amplísima y kilométrica navegación en Internet (llego a donde sea). Fuera de ello, tengo mi espacio para dormir, voy al baño 3 veces al día, duermo 7 horas y no golpeo mi jaula cuando tengo hambre, además de que mis glándulas renales están intactas y no causan problemas.

No tengo un médico de cabecera como sí lo tienen los hurones, no duermo en una deliciosa hamaca hecha en Taiwán ni traigo un pepcilindro de marca como ellos. ¡Ah!... y no me da pena que cuando llegan invitados a vernos, Mara los desaire al prometerles que les va a presentar al consentido y mimado rey del hogar, me llame con un grito y me solicite gentilmente que… saque a “Cucho” de la jaula y lo baje a la sala. Me siento el vendedor ducho de “Maskota”. Soy el que muestra a los visitantes el espécimen en cuestión, el que explica los pormenores del mismo cual edecán de Chabelo, el que les dice a todos que pueden tocarlo sin miedo a la radiación del pelaje y el que, ya después de todo el show, regresa al gracioso hurón a su jaula.

En fin. Cuando se habla del rey de la casa, yo me adelanto y me siento como AMLO declarándose mandatario legítimo, pero, por otro lado, lo confieso: cuando uno de estos bichos fallezca, una parte de mí (y de mi olfato) dejará de existir.

15 comments:

Unknown said...

Marido, no lo puedes negar, tú fuiste quien puso el desorden, ahora me pregunto: ¿Cómo puede una persona llegar a querer unos bichos tan extraños?
Pero debo aclarar que te equivocas en algo, Cucho no es el Rey de la casa, eres tú, Martina sí es la Reyna, además de que está ahora más que consentida dado su enfermedad, entonces se chiquea sin parar.
Cucho, por su parte, se la pasa haciendo travesuras, en un bebé barrigas jeje, pero cuando ve llagar a Luis a la casa, bueno, lo sigue cual perrito, se la pasa pegado a él, y mientras mi Maridín se pasea, a veces, le pega uno que otro brinco y mordida, por lo que el amor de antes: Mira cómo me sigue!!! Lleno de felicidad, termina en un: Mara! por favor ya mete a los niños a la jaula...lo de los niños es idea tuya.
Pero efectivamente, tenemos 6 niños en casa, y otro que no está en casa, pero es guapísimo: Josué, un golden hermoso que tenía mamá, pero quedo huérfano y que tuve que adoptar...porque no solamente están los hurones, está Paco, un periquito australiano escandalosito, el cual cada vez que es tapado por las noches, aplica el berrinche y suelta plumas por todas partes (ya lo estoy enseñando a barrer). Y está Virus un pez que vivía solito , pero que por mi insistencia ahora tiene dos compañeros, Tigris y Blanco...
Pero bueno, Marido, eres el Rey de la Casa, Cucho es el príncipe y Martina la Reyna, no sé dónde quede yo???
Te amo y gracias por los bichos, por nuestros niños, por compartir el gusto por el zoológico que tenemos, que en verdad nos dan alegría y diversión,yo no pienso en qué pasará más adelante, por ahora me dedico a que mientras estén, estén MARAvillosamente.

Anonymous said...

Querido hermano, no me queda más que apoyarte y decirte que tienes toda la razón... los dueños absolutos de la casa y del corazón de tu mujer (mi cuñada adorada), son esos hermosos y apestosos animalitos.
Pero sabes que es lo peor? que se han ganado también mi corazón y Martina especialmente se ha ganado el corazón de mi pequeña hija Reni...
Ahora me temo que han fundando en mi la duda de adquirir uno como regalo navideño... de quién?, de la consen... alguna duda????
En fin, son maravillosos, pero... recupera tu lugarrrrrrrrrr!!!!!

MOU said...

No recuerdo cuando fue la última vez que leí un relato tan ameno como el de Inph (seguramente habrá sido algo de Germán Dehesa al que leo con la esperanza de que llegue el día en que escriba de cosas importantes) y una respuesta como la de Mara, hasta acá me mancharon de miel y eso que estoy en París, la ville del amour. Au revoir a los dos. PD Mara: Reina va con "i" (aunque en tu caso esté justificado por ser el femenino del "Rey" tal cual.)

Anonymous said...

jajaj a luis ya porfin llegue a tu blog, si me lo eche todo eh?, ay pues a Martina la adoro, con cucho todavia no he convido mucho pero me gustaria ir mas seguido para verlos, y de eso de q son los reyes de la casa eso si no hay duda, se podria decir que si van a tener hijos ya los tienen de hecho

tqm luis!

Jorge Jair Melendez said...

Si un par de ratas alargadas inspiraron semejante cantidad de caracteres, no puedo esperar a que se publique el libro de la eventual llegada de quien, estoy seguro, será el áuténtico rey (o reina) de la casa.
Mientras tanto es bueno que disfruten la práctica que sus amigos peludos les están obligando a tener.

Anonymous said...

Cuando se muera el hurón, la parte del olfato que dices que se va a morir en realidad volverá a nacer.

Y con respecto a su elección de mascota, por lo menos los hurones tienen algo de gracia... ¿no? No son en realidad ratas alargadas y apestosas, tienen su chiste... al menos tienes tú que creerlo.

Las huronas están bien ¡chiiii...das! ¡Ja!

Saludos, incluso a Martina y a Cucho, a quienes ya tuve el gusto de conocer.

Anonymous said...

Lamentable:
"Carro" realmente no se que es peor, que seas tan, pero tan mandilón, o que escribas un relato tan interesante para justificar quíen lleva los pantalones en tu casa.
La verdad es que después de leer el relato y recordar que esta semana repetiste una chamarra la impresión que teníamos de tí en esta redacción ha cambiado de manera drástica.
Ahora que el hecho de que una orgullosa Puma de sangre azul y piel dorada sea la que lleve los pantalones es entendible cuando enfrente tiene a un "aguilita".
En fin, creo que desarrollar tu talento para justificar el hecho de que seas mandilón no es muy sano.
Sigue siendo mandilón, pero mejor expresa tu talento a través del periódico.
Un abrazo

Anonymous said...

Yo pienso que esta criaturita está muy consentida por los dos, y que bien... ¿Saben porqué? Por que en cierta forma ella representa una parte de su relación, y como todo en ésta, pues le dedican mucho de su tiempo y dedicación.
¡Saludos!
Paul LASSAUZET

Anonymous said...

No te pongas celoso Luis, seguramente también tienes cualidades encantadoras.
Sin embargo, hay que reconocer que las mascotas siempre se vuelven los reyes y reinas de la casa.
Compites con la pareja de hurones, el perico que hace meses ya no escucho ¿de verdad sigue vivo? y los peces, pero sin lugar a dudas el corazón de Mara es tuyo!!!
¿Será que los animales tienen una magia que te envuelve sin darte cuenta?
Lo mismo pasa con Nala, quien ya cumplió un año y meses, y leeeejos de aprender modales se adueñó por ejemplo del jardín de mi casa el cual permanece desholado (terminó con todas las macetas); a pesar de que mi madre grita el típico "aaaafueraaaa Nala!!" no hay día que no entre sigilosamente al comedor para echarse cual larga es en el piso y desayunar conmigo; su shampoo sale más caro que el acondicionador que uso; eso del doctor de cabecera también golpea que da gusto en la quincena...
No hablemos de su alimentación, hasta pechera le compramos para no lastimarla con la cadena de castigo cuando sale a "caminarme"...
Pero ¿qué reclamarle? si es la niña consentida...
Así que te entiendo perfectamente !!!
Es reconfortante saber que existen personas con tal sensibilidad!!!
Un beso.

Lucas Carrabias said...

Yo tengo mis dudas acerca de la identidad del rey de la casa... supongo que todo depende de la circunstancia diaria.
Aunque debo confesar que debe ser abrumador sentirse desplazado por un animal que tiene fama de apestoso y que a muchas personas (incluido un servidor)le provocan... ¿cómo decirlo? algo asi como ¿miedo?
En fin, me uno a comentarios anteriores en los que se dice que si un pequeño zoológico fue capaz de inspirar este texto, estoy seguro que podemos esperar siempre buenas historias.
Salu2!!

Anonymous said...

Muñe, si que estabas enamorado para gastar tanto dinero en una mascota y más aún para adoptarla y cederle todos tus privilegios en csa.
Pero espera, cuando llegue a ustedes el verdadero nene de la casa, verás que no hay nada tan hermoso ni tan devastadoramente cansado como un pequeño berreando por su leche o suplicando que mamá y papá lo carguen.
Suerte

Anonymous said...

Luis
No habia tenido la oportunidad de leer tu blog pero la verdad estan buenisimos tus relatos EXELENTE!!! un saludo desde el NORTE!

Anonymous said...

La credencial como miembro de Greenpeace en algún lugar de mi cartera es la consecuencia de la culpa que me dejó abandonar a mis dos perros en manos de mi ex después del tormentoso "divorcio", así que entiendo perfectamente el papel que juegan las mascotas en la casa.
Y es bueno saber que tengo un amigo mandilón a quien molestar cuando se me acuse de lo mismo.

Anonymous said...

Lamentablemente no conozco a El rey de la casa, sólo a Martina. Y en efecto el que puso el desorden fuiste tú, tienes que aceptar que aun con el "bello" aroma que sale de ellos los quieres.
Además creo que en una noche de lluvia primero sales tu al agua que los pequeños hurones.
Así es la vida del esposo, siempre apapachar a su mujer y mantenerla del mejor humor posible, porque sino, hay dios, eso sí que es feo.

Anonymous said...

eres un mandil.