Tuesday, March 4, 2008

Llamada perdida


Viernes. Nariz espigada, ojos miel y en el hombro derecho la marca de una vacuna que no cicatrizó bien. Es alta y atractiva, pero alguna pena se le escapa por los ojos como preso que saca los brazos entre los barrotes de su cárcel. Su llanto es inconstante. Se fuerza, se relaja, respira fuerte, se limpia los ojos. Con el índice se borra una lágrima y por rachas de tres segundos llora a mares. La dicha de su pasado es cien veces menor que el infierno de su presente. Quien es feliz creyéndose incombustible, de pronto es cuerpo en llamas. El amor es flamable.

El parque es grande y, sin embargo, un movimiento me delataría y esta mujer sabrá que espío su desgracia. Es veterana, debe contar 40. Luce un escote ligero cortesía del segundo botón que no quiso alinearse. Suena el celular y lo mira sin parpadear. No contesta y muere el sonido al sexto tono. Abre el aparato y acaricia la pantalla en la que aparece la llamada perdida. Con el pulgar limpia la grasa que ha dejado el oído, pero no limpia el alma. Desde que Dios inventó el dolor, unos lo sofocan como merolicos y otros le rinden tributo con el apretón de un nudo estomacal.

Este sufrir es violento, es de los que no permiten hablar. Amordaza la voz. Por algo menor, ella estaría con amigas en una de esas jornadas de café en las que el motivo de despedida viene cuando los meseros colocan sillas sobre las comensales. Si estuviera en casa, quizá se sentaría en la ducha mientras el agua caliente cae fría. Entiendo a esta desconocida. Su pena nos une. Yo fui ella alguna vez y cuando morí y me hicieron la necropsia me encontraron altas dosis de lágrimas por culpa del sexo opuesto, así como un derrame de ideas inconclusas, hemorragias derivadas de mis temores y añoranzas enquistadas. De eso se compone, la mayoría de las veces, el desamor.

Retumba otra vez el celular. Lo mira y deja que el brazo con el que lo sostiene caiga con la fuerza de un ahorcado. Los tonos muerden hasta que el sonido deja de ladrar. Nada por decir. La pasión requiere un mínimo mástil de anhelo, pero aquí el deseo es no desear ya.

Hay sufrimientos que se fingen, pero los auténticos, como éste, son los que se viven sin testigos. Fantasmas como yo no somos compañía. Aquí soy otro árbol y hago lo que hacen ellos: observar y callar.

Hoy vine a comer al parque y me empaché de su llanto. Algún día comemos unos, algún día nos comen otros, algún día por más que masticamos lágrimas, no digerimos desgracias. Hay atardeceres en los que uno envejece más, vacunas que nunca cicatrizan y engaños que, paradójicamente, resultan ser las únicas verdades.

El diablo es el único al que no le faltan sustitutos.... cuando sale de vacaciones.

25 comments:

Anonymous said...

Nuevo estilo, nueva historia... pero mucho más interés en no parpaderar desde la primera letra hasta la última.

David el Terrible said...

Lo mejor es: hay sufrimientos que se fingen, pero los que son a solas son auténticos.

cierto: nuevo estilo, pero te queda de poca. sigues sorprendiendo. eres un observador de todo y todos. un abrazo, hermanito.

Anonymous said...

Hay heridas que no cierran por completo, igual que la lágrima que corre por la mejilla al final del llanto o la cicatriz de una vacuna, para evitarte futuros sufrimientos..."no hay mal que por bien no venga", diría mi abuela...disfruta el llanto algo bueno te va a dejar y eso, siempre hay que recordarlo. Te aseguro que aquella mujer, no te notó mientras le acompañabas en su dolor.

Gabriela Carajo said...

Sufrimientos que se viven sin testigos, engaños que paradójicamente suelen ser las únicas verdades, timbrazos de teléfono que ladran, muerden y al final se ahogan dejando pequeñas marcas. La otra marca, la más fuerte, deja deja un surco amplio, imborrable...
Yo no quiero saber cuál habría sido el resultado de mi necropsia, no me atrevería a hacerla ahora, seguramente la lista sería importante y qué terror pensar en que no serían sólo rastros...
Alguna vez yo también fui compañera de esa pena que te hace morir, pero siempre queda la esperanza de renacer de entre las cenizas...
Un abrazo

Lucas Carrabias said...

El dolor no requiere más compañía que la soledad. Deambular en el carro con la cabeza a mil por hora te puedes dar cuenta de que apenas has recorrido unos metros.
El celular, además, se convierte en cómplice y verdugo de una generación acostumbrada a resolver o iniciar las discusiones con un 'send' de distancia. Observar las lágrimas ajenas a veces es más terpeútico que tratar de absorber las propias y no dejarlas correr nunca más.
Gran texto
Abrazo

Anonymous said...

ESTÁ MUY BUENO, MUY FUERYE. VAYA SITUACIÓN.

xosean said...

Mucha gente corre en los parques para huir de su figura, pero otros van a los parques a tratar de correr en sentido contrario de sí mismos, a huir del dolor que los persigue, esa infeliz mujer, no obstante que le repiqueteaba la angustia en la cabeza, le repiqueteaba el teléfono para martillarle lo que la atormentaba. Ojalá algún día leyera lo que escribiste, seguro sentiría ue por lo menos alguien la acompañaba.

Anonymous said...

le hubieras preguntadoi y comentarle que la vida no es tan triste. lo sé yo.

Ricardo Otero said...

Masoquismo puro. Debió apagar el celular después de la primera llamada. O incluso antes, si no quería recibir llamadas.

Anonymous said...

Mi querido Luis
Esta incidente que fue ayer fue su presente ahora pasa hacer historia. Y sera repetitivo y ha existido siempre y seguiran siendo las lecciones de la vida que sin ser pedidas nos llegan por sorpresa y a veces nos dejan una buena leccion y en algunas ocaciones estas lecciones nos dejan una cicatriz permanente

Anonymous said...

Ufff, una mujer llora por mil razones.

La muerte de alguien, una infidelidad, el corroborar una desgracias que ya antes anticipaba.

Anonymous said...

de verdad, cada vez escribes mejor.

Anonymous said...

¿Por qué no haces esto más seguido?, en mi opinión escribes muy bien. Me agrada... no parece que serías un aficionado, sino un ensayista.

Anonymous said...

esta ciudad te quita muchas cosas... pero te da otras tantas... entre ellas la "privacidad pública" de poder llorar en un parque... aunque los árboles te observen...

olivia

pd. gracias por compartir

Anonymous said...

ouch. cuando hay sucesos así, no hay palabras. sé lo que se siente.

Anonymous said...

No me da pena decirlo y espero tú tampoco de que lo ponga en tu blog. Cuando una se da cuenta de que la persona con la que está no está enamorad de una, es mejor no seguir. Lo de los cuernos ya es pura consecuencia. muchas parejas truenan antes de que alguien mas llegue. O sea: lo interno es lo importante, ya lo externo sobra y es sólo la puntilla de un rompimiento sentimental.

saludos, gracias por movernos otra vez.

Anonymous said...

El sufrimiento se manifiesta de muchas formas, pero por lo menos ella encontró en las lágrimas la manera de dejarlo salir y no seguirse martirizando con ese dolor.
Buen ensayo Carro, empiezas a buscar el lado obscuro de la gente y eso, sin duda, se te da.

Anonymous said...

Después de un derroche así de creatividad y de enfrentarse a una pantalla en blanco mientras acaba uno de leer algo tan bueno, es difícil poner un comentario cuerdo o que al menos intente imitar ese estilo... No sé qué poner, sólo un simple: ¡¡Eres grande Carrilleeee!!

Anonymous said...

QUE SERIA DE LA VIDA SIN LA INEVITABLE DUALIDAD DE LAS COSAS, ESTA DUALIDAD ES LO QUE LE DA VIDA A LO OPUESTO. NADA EXISTE SIN LO OPOUESTO: SALUD Y ENFERMEDAD; BLANCO Y NEGRO;TRISTEZA Y ALEGRIA; BONDAD MALDAD;AMOR Y DESAMOR; FELICIDAD Y SUFRIMIENTO. SON VISTAS, AMBAS, DE LA MISMA COSA. nADA EXISTE NI TIENE SENTIDO SIN LO OPUESTO. ASI LAS COSAS, DEJENLA LLORAR QUE EN LA DICOTOMIA HAYARA LA FELICIDAD.
POR CIERTO LUIS, NO SE ES VETERENO A LOS 40. ESTADISTICAMENTE SE ESTA A LA MITAD DE LA VIDA, ES, DIGAMOS COMO ESTAR LA LAS 2 P.M., ALGUIEN DIRIA QUE YA ESTA ANOCHECIENDO?

FELICIDADES, CADA DIA FOTOGRAFIAS MEJOR LA REALIDAD CONTIDIANA CON TU AGIL Y MUY CREATIVA PLUMA.

Anonymous said...

Y una y 1000 lágrimas brotan...siempre me causa mucha angustia ver a alguien llorar en la calle, imagina uno historias sin conclusión.
En verdad que Te Amo, no puedo decir nada, ni agregar nada.

Anonymous said...

Verdaderamente me encantó, esta pluma es una de las que más me gusta, sácala más seguido.
Y como bién dices hay que morir para vivir, esas pequeñas rachas de llorar a mares, es una manera temporal de hacer a un lado el ego, las necesidades, expectativas y abandonarse uno mismo para entregarse al vacío y así dejar entrar lo que es, sentir real y verdaderamente todas las complejidades de ese otro ser. Ha cómo atrapa, pero definitivamente estas expresiones del amor, pueden construir un nuevo intercambio de sentimientos. El problema es, como reconocer que no tenemos ningún interés en seguir conservanco una imagen ilusoria de quién debería ser la otra persona.
Como dices, tal vez los engaños sean las únicas verdades, pero, acaso la verdad no es amigable?
Yo creo que la capacidad para asumir el dolor y la frustración es esencial para da, recibir y experimentar la felicidad. Si te defiendes del dolor o de que las cosas no sean a tu modo, o de abandonar una ventaja imaginaria o real, vas construyendo tu propia prisión, te vuelves insensible y ya no puedes vivir plenamente. Por eso creo que la verdad es amigable y si tienes una visión clara de la realidad, las cosas son como son, te gusten o no.
En fín, qué maravilla que logres en todos nosotros despertar estos comentarios y nos hagas reflexionar.
Bravo!

Anonymous said...

ay pobre, bueno mas biene so suena como lastima, no no es alstima sino q si entiendo comos e ha de sentir proq muchas veces he estaod asi, solo que no en el parque, ojala ya no hubira sufrimiento en el mundo digan lo q digan

tqm

Anonymous said...

Me gustan las exclusivas :)

Anonymous said...

LUISIN...ESTE RELATO ES DE ESOS QUE ME DEJAN SIN ALIENTO Y CON GANAS DE SEGUIR GRITANDO "ESCRIBE EL LIBRO!!!" .. PERO DUDO QUE ME HAGAS CASO ¿CIERTO?

Hablar de heridas del corazón es difícil, porque todos llevamos una o varias colocadas en diferentes rincones. El alma también tiene sus historias que contar.

Lo más difícil en la vida es aceptar cuando los ciclos terminan y entrar a la etapa de duelo. Dicen que las lágrimas son la señal de que el dolor disminuye, pero yo creo lo contrario. Al llorar revives la herida e impides que todo cicatrice...

De la misma forma evitas contestar el teléfono, te resistes a dar una segunda oportunidad, por la incertidumbre al no saber si el sufrimiento se detendrá o sólo se hará más grande.

Creo que al final...todos terminamos sufriendo...

¿Tú en qué momento paraste de llorar?

Te quiero! Besos

Anonymous said...

Recuerdo haber visto a mucha gente llorar en la calle, espero que no me hayan visto a mí...