Tuesday, August 24, 2010

La mano


Es simple. No se requiere demasiada imaginación para ver una mano en el espacio. En este caso, la fotografía es de un Pulsar, la cual, a decir de los científicos, es una estrella de neutrones que despide radiación pulsante periódica.

Otros, a las 4:19 de la madrugada, podemos darle otro significado. Si alguna vez encontramos el ojo de Dios, hoy encontramos su mano.

Aun a 17 mil años luz de distancia... ¿la extiende?

Monday, August 9, 2010

Pez espada


Sábado, 8:30 de la noche. Cuernavaca. Sube el vapor de un jacuzzi, mientras se escucha el ruido de animales raros. Una plática excelsa y risas abundantes que se mezclan con el sonido de la bomba que proyecta un nuevo calentamiento del agua. Las estrellas se ven como nunca, aunque el cielo está nublado y los relámpagos brillan de vez en cuando.

Es el punto medular de un fin de semana distinto, lejos del ruido urbano. Alrededor hay árboles, lluvia, mañanas silenciosas, compras, helados, pizza, tostadas de atún, caminatas en paz, visiones, tranquilidad, masajes, sangría, martinis, una araña amarilla, una lagartija de piedra y una discusión que busca el favorito entre el sax y la guitarra.

Por cierto, hace muchos agostos no comía un pez espada tan exquisito.

Tuesday, August 3, 2010

Abril de 1978


Sólo sé que se llama Luis Felipe. Mi padre lo tiene en la memoria como un hombre trascendental en nuestras vidas desde hace 32 años. Al nacer, percibió algo raro en mí y de inmediato instó a tratarme de modo especial. Poco después se confirmaría una significativa falta de calcio que, de no tratarse con inyecciones en varias partes del cuerpo, habría ocasionado una muy rápida despedida.

Recientemente, he intentado encontrar al médico que me salvó la vida, pero mi padre y yo sólo sabemos que vive en Querétaro.

Si yo foliara a la gente que me ha cambiado la vida, Luis Felipe tendría uno de los primeros números, aunque no recuerdo ni su cara ni su bata de doctor. De hecho, él no me cambió la vida. Me evitó la muerte.

Espero encontrar a aquel pediatra para agradecerle por la mayor y más elemental de las razones.