Thursday, May 15, 2008

Las charlas gordas a las que se les salía el ombligo por no creer en las dietas del amor


Si bien el tema de las mujeres siempre me ha fascinado, la mayor concentración de reflexiones y charlas sobre el sexo opuesto las tuve entre 1993 y 1999 al interior de un pequeño cuarto que mi abuela Carmela gozaba en su antigua casa.

A lo largo de esos seis años, por sus oídos desfilaron las historias de cinco noviazgos míos y por su mente volaron incontables imágenes de aquellas "niñas mías" que le merecieron una opinión específica. Ninguna cosechaba un concepto similar o un disparate. Mi abuela archivaba a todas y, cuando parecía inevitable compararlas, prefería dejarme en evidencia diciendo que era yo el que repetía un patrón de consumo sentimental.

Todo se asemejaba a una pasarela de alto nivel. Por más dudosa que fuese la procedencia de las susodichas, ella trataba cada caso como el sastre al tomar aguja. Todas merecían estudio, todas eran desmembradas y reconstruidas con el respeto que suscitan los instantes "de excepción" en la vida. No importaba que mi relato incluyera a una mujer de carne y hueso o a una ilusión de ciencia ficción. Si el modo de hablar de Carmelita pudiera traducirse en escritura, ninguna letra se apretaría con otra.

Dos formas de comunicar coexistían en esa habitación, al amparo de los cuadros de los nietos que ella tenía como tesoro mudo. Yo abanderaba la era del manoteo al hablar y ella rendía culto a la época del buen escucha. Por ello, nuestra posición siempre fue la misma. Yo, sentado en el sillón grande moviendo tanto la boca como las manos, mientras ella, inmóvil, me miraba con serenidad desde su mecedora, con la punta de sus pantuflas rozando la alfombra y escuchando mis relatos sin interrumpir. A diferencia de la mayoría, mi abuela no anticipaba respuestas en su mente ni se apresuraba a refutar. Sólo contestaba tras recibir la totalidad de mis palabras y, entonces sí, ya cubiertos por silencio, me regalaba sabiduría con frases cortas de largo alcance.

Eran charlas gordas, tan gordas que se les salía el ombligo. Y cuando quedaba clara la estrategia de "cacería", me marchaba a casa, normalmente a deshoras. Aquellas pláticas servían de prótesis cuando alguna ausencia se hacía presente y atormentaba mi cabeza.

En resumen, había dos clases de mujeres: las que me añoraban y a las que yo me les postraba. Y aquellas "niñas mías" eran, según mi abuela, exactamente lo mismo. Así que todo se reducía a mí, a saber maniobrar en el tiempo indicado, en la forma precisa, en el tono adecuado. Los resultados dependían del balance de estas tres premisas y sus variaciones, por ínfimas que fuesen, catapultaban diversas consecuencias. El soplido que yo soltara de un lado del oceano podía desatar un huracán en la otra orilla. Así era mi vida entre amores, desamores y meras alucinaciones.

Cuando por fin estabilicé un noviazgo de años, la fuente de aquellas conversaciones con Carmela se fue secando hasta quedar en un lento goteo. Luego quebró esa relación y seguí mi camino con el sexo opuesto, dando tumbos, hasta casarme, ya sin muchas indicaciones de la damisela de la mecedora, quien hace poco cumplió años.

En su festejo número 85, mientras los nietos que oyeron nuestras pláticas colgados en los cuadros de aquella habitación cuidaban a los bisnietos, mi abuela se acercó y me confesó su cansancio. Yo le dije que descansara, pero no mucho, porque es indispensable para todos y, especialmente, para quienes un soplido de sabiduría suyo nos desató un huracán de enseñanzas gordas que nos han hecho enseñar el ombligo... en más de un acostón con el amor.

24 comments:

Anonymous said...

La sabiduría atrae a quien tiene apetito por escucharla. Y quien la tiene, quiere compartirla.

El vínculo familiar rompe el esquema de los sexos.

Anonymous said...

Wooooow! emotivo de nuevo. tu relato, con todo y los quiebres, es hermoso.

Anonymous said...

Por lo que veo, no pudo encontrar mejor compañera de vida tu abuelo, aquel héroe defensor del mini director de orquestra caído en pleno show!

Lucas Carrabias said...

Dicen que si el joven supiera y el viejo pudiera otra cosa nos pintaría a todos.
Supongo que por ello siempre es bueno encontrar refugio y consejo en palabras de quienes nos llevan experiencia.
Abrazo

Anonymous said...

Me encantó el final de "acostarse con el amor". Y es que uno puede tener un gran encuentro entre sábanas con el amor o no.

Nunca supe qué hacías en muchas de esas tardes en que no nos veíamos. Hoy lo entiendo y agradezco que haya sido así.

la adriana said...

Si todos hubieran tenido una
Carmelita...

Chanfle II said...

De verdad que los hombres a veces... bueno, muchas veces somos muy pendejos. Vamos con hombres a pedir consejos de mujeres. Y es normal, claro, se necesita la perspectiva empática. Pero qué mejor que pedirle consejos a una mujer que sabe de mujeres, y además te conoce a la perfección.
Algún día haré un manual de consejos de mujeres sobre mujeres. Será la biblia postmoderna.

Anonymous said...

Mi abuela... no cabe duda que Dios los hace y ellos se juntan, tanto ella como mi abuelo, los creadores de esta familia tan hermosa, tan unida y tan pero tan emocional....

Si ella supiera que tantpo ella como el abuelo Mon son el inicio, la semilla, la fuente de tanto cariño y amor.

Es triste ver cómo el tiempo no pasa sin dejar huella.

xosean said...

Supongo que tu abue es una dama dulce, sensata, cálida y con un oído a prueba de cualquier barrabasada de un quinceañero, respetuosa e inteligente. Me parece inverosímil, porque sólo tuve abuela hasta los 12 (retórica y literlamente), pensar en sentarme con una señora a contarle mis correrías de faldas. Qué envidia.

PD: Lo del ombligo es como para empezar un libro.

DEVA said...

Te luciste Carrilo...

Anonymous said...

Carmelita, mujer admirable, sincera, transparente y directa como pocas. Con una lucidez y una claridad sobre la vida que va más allá de lo imaginado.
Puede envolverte con sus palabras mágicas y desbaratarte si le tocas al Atlas.
Su complexión física dista mucho de lo que en realidad es, parece frágil al simple vista, de estatura diminuta, flaquita, con manos y pies pequeños, pero con una cabeza y un corazón conectados a la realidad. Felicidades por esos 85...y por ser pilar importante en la vida de mi marido, que desde que lo conozco no deja de citarte por muchas de las grande platicas en las que le hacías sacar el ombligo.

Anonymous said...

Tu abuelita es una GRAN mujer, tengo la suerte de conocerla y haber presenciado alguna vez esas charlas!!!

Defintivamente los abuelos son fuertes, nobles y llenos de sabiduría... habrán sabido al iniciar una familia que serían ese gran pilar en generaciones futuras?

Somos muy afortunados quienes aún podemos compartir con ellos su tiempo, atención, cariño y momentos de plática profunda!

David el Terrible said...

DE ACUERDO: TE HAS LUCIDO OTRA VEZ, INPHIDELIO. SON VARIAS FRASES LAS QUE ME QUEDAN EN LA MEMORIA CON ESTE POST.

Anonymous said...

Lo afortunado de estar en el trabajo cuando te leo es que aunque se me quiera salir la "lagrimita Remi",finjo demencia. Es verdad, muchas veces su sabiduría se reduce a unas cuantas frases que te sacuden.

Aprovecharé para llamar a mi yaya.

Gracias Lui!

Anonymous said...

Aunque yo no tengo la fortuna de poder hablar con mis abuelos, platico mucho con ellos por las noches y no me puedo imaginar lo increíble que hubiera sido para mí vivir eso en carne propia...aprovecha la claridad y sensatez características de su edad...
Un beso a Carmelita.

Anonymous said...

Me encantaron tus charlas gordas!!!

Anonymous said...

Está chingón. la foto está de poca, pero hubiera preferido ver a una de tus gordas.

Anonymous said...

ayyy mi abue, la adoro, no peudo describirla como tu pero quiza la unia forma en q podria expresarlo es pintandola y si, mi abuelita es unica, la verdad la veo muy poco pero cuando sila veo si hellegado a tocar esos temas tambien solo que conmigo son hombres jaja como Mark, Mike, Zack jeje.. adoro todos los momentos que pasamos la familia con ella, y debod ecir queme encanto la fiesta y las cosas q deciamos

amo nuestra familia estilo "Los Fockers" jajajaja

tqm Luis

Anonymous said...

Mi greñitas adorada (ese es su sobrenombre que con todo el amor y respeto que me merece mi abuelita linda le fue asignado), de todos los comentarios que he escuchado y leído de su persona, todos y cada uno de ellos tienen gran parte de veracidad y certidumbre. Es la persona menos sentimental y expresiva que conozco, pero quién cuya armadura de seriedad y dureza hace a uno derretirse y rogar por ser parte de su compañía eternamente. De mi boca no pueden salir otra cosa que no sean halagos y palabras de admiración, no otra cosa después de casi 35 años de convivencia diaria con ella. Soy afortunado en poder presumir que tengo dos mamás las cuales se desviven por los que les rodeamos, de maneras tan diferentes pero tan efectivas, sinceras y tiernas como solo cada una de ellas es capaz de transmitir su amor y enseñanzas.

Doy gracias a Dios por haberme dado el mejor par de abuelos que uno pueda tener en este mundo.

Te amo Tita y que Dios te guarde muchos años más junto a nosotros.

Anonymous said...

cuan maravillosa puede ser una persona que te educa sin enseñarte. Recuerdo mis tardes de niño leyendo junto a ella, otras oyendo musica, tan solo acompañados. Hoy soy un apasionado de la musica y de la lectura y ya saben porque.
Otra gran faceta, pocas personas son tan felices de estar acompañados de si mismos. Carmelita tiene en ella su mejor compañia, le encanta vernos, pero no nos extraña, le encanta recibirnos pero no nos secuestra.
Mujer prudente, sabia, mesurada, adorable, firme y tierna, equilibrada y justa.
Madre eres una gran mujer. Si tan solo pudiesemos llagar a los 85 con tu lucidez y maDUREZ? cuanto nos diste? simplemente TODO. FELICIDADES CARMELITA.

El sótano binario said...

Tuve una Carmelita que no conocí porque se fue cuando yo tenía un mes de nacida. Margarita, mi otra abuela, como sabes hace poco se acaba de transformar en mariposa. Pero los nombres no importan, sino todo eso que nuestras abues de alguna forma intangible y casi magica nos han dado y seguiran dando, incluso aunque se hayan ido. Qué lindo relato, no pude evitar transportarme a su lado... Acostada en su cama, acurrucandome cerca de su pelo blanco.
Lo mejor de esas lindas charlas que tuve con con mi abuela sobre los amores y desamores, es que pesar de las diferencia de epoca, visiones y costumbres, los sentimientos no conocen del paso de la historia.
Simplemente me encanta tu escrito.

Anonymous said...

Muy real y asertivo, fue muy emotivo para tu abue

Anonymous said...

Adoro a las abuelas, verdad de dios que si!!

Anonymous said...

Siempre he dicho que tengo una envidia enorme de aquellos que todavía tienen la fortuna de tener a su lado a los abuelos. Yo carecí de ellos siempre y no dudo en que los momentos como este me hacen falta en el espíritu.

Afortunado una vez más Luisín...disfrútala mucho.!!
Excelente relato....
besos