Monday, May 19, 2014

Buitres

De la mezcla de generosidad y una culpa muy particular emanó este viejo.

Nunca ha sabido decir "no". A lo mucho dudar, pero sólo por pretender firmeza y nada más que eso. Acaso por ello, he contado a cientos de extraños que se le acercaron, cientos que de pronto le sonrieron en busca de un pedazo de oro y cientos de desconocidos que de pronto se declararon semejantes, parecidos, parientes, familiares, leales.

Nada que cause sorpresa. Este mundo tiene más buitres que cadáveres sobre los cuales volar en busca de víscera ajena. Y de la bondad, y otro poco de ingenuidad, se han nutrido muchos carroñeros. De eso viven… mientras haya.

Yo sólo he visto a este viejo dar y obsequiar. En silencio y a distancia, le he mirado en desvelo y en alerta, presto en la ayuda y rápido en el consuelo. De sí mismo… poco, para sí mismo… menos.

Me pregunté ayer y me seguiré preguntando mañana si estos buitres de sonrisa de marfil han de ser capaces de mirar al viejo para acompañarle cuando éste necesite más que una mano. Si le mirarán y escucharán, si le atenderán o asistirán, si le recordarán como un artífice o como un simple proveedor. Me pregunto si esa familia no familiar será firme o se tornará hipócrita y vulnerable... al tiempo.

El viejo no tiene remedio. Seguirá siendo un carpintero de sonrisas ajenas que se pintan cercanas y duermen lejanas.  Un donador que se desangra… sin que sus favorecidos se dignen, siquiera, a lamer la llaga.

Buitres de hoy, carroñeros de siempre, extraños del mañana.

Al acecho.

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