Thursday, December 27, 2012

La esencia de la vida

Hoy, en cierto sentido, me despedí y di la bienvenida a una misma persona. Ninguna contradicción, si acaso una ironía. Me explico: nuestra relación, si bien siempre sólida y cordial, mutó en unos cuantos minutos, al tener una conversación que rápidamente recapitulaba y repasaba años previos.

Mientras la charla avanzaba, reparamos en el hecho de que los amigos muchas veces entierran su propia amistad bajo arenas no precisamente fraternales, y la hacen desgraciada al colocarla como rehén de la cotidianidad, de la costumbre, del desapego a lo esencial, de los números, del estrés, del frenesí. Y todo, por hacerlo en supuesto favor del desarrollo, de la productividad, de la estrategia, del cumplimiento a cabalidad del deber, del trabajo per se, del monstruo que convierte a las personas en socios o, peor aún, en fuerza laboral, en números, en masa. 


Y no hay nada más triste que cosificar los días porque así se cosifica el espíritu... y nos volvemos máquinas. No hay trabajo más inspirador que el trabajo hacia uno mismo, hacia el cuerpo, hacia la mente, hacia el bienestar, hacia el crecimiento como individuos, como familia, como amantes, como amigos. Lo demás habla ciertamente de nuestra habilidad, pero no de nuestra valía, mucho menos de nuestro valor.


Al final de la plática, yo le deseé una feliz libertad y él por primera vez se dirigió a mí con un sentido "Querido amigo...". Y el colofón fue un abrazo con el acostumbrado apretón, pero con distinto significado. De pronto, el momento se apellidó diferente. Hubo frescura a pesar de las arrugas, hubo novedad a pesar de la vejez de esta amistad, edificada durante 11 años. Queda muy claro que nunca es tarde para volver a los básicos y nutrirnos de los primeros maíces que nos da la naturaleza. Todo lo que en su momento germinó sin procesamiento artificial, sin muros ni jerarquías de por medio, sin colorantes de personalidad ni saborizantes de comportamiento.


Poco después de despedirnos, me topé curiosamente con una frase de José Mujica, presidente de Uruguay, que bien podría resumir los átomos de la conversación a la que refiero. La coloco aquí como una reflexión que pasará a la historia no solamente por haber sido expuesta en una importante cumbre entre políticos. Es, ante todo, un regalo de vida:


"Estas cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no puede ir en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor a la tierra, del cuidado a los hijos, junto a los amigos. Y poseer, entonces sí, lo elemental en la vida". 


A veces no es tan difícil recordar de dónde venimos. Pero es fácil olvidarlo.