
Jamás fui metiche, celoso o un pain in the ass con los galanes de mi hermana. Jamás (quitando la noche de este jueves).
No fue intencional, pero contadísimas ocasiones sucede el que te encuentres con un compadre cuyos gustos y/o locuras son copia al carbón de las tuyas. Es el clásico individuo que te hace ver que no estás tan tarado en algo o que, ya de perdis, entiende tus manías/obsesiones/colecciones/clavadeces.
Ante tal escasez de compatibilidad, había que aprovechar un encuentro de "dañados" en La Borboleta, mi bar favorito y al cual asistimos ayer mi hermana Lawrence, Mario (amo de los pensamientos de mi sisterna), mi amadísima Mara y este servidor.
Yo no había visto al buen Mario como desde el '95. Sólo me acordaba que usaba chamarra de cuero negra para ir a que mi sister le explicara matemáticas, que era alto y bastante alivianado. Buen mozo.
Antes de Navidad, Lawrence me contó que él vendría unos días (vive en Atlanta) y que estaría bien que armáramos un plan tranquilón los 4, así que yo accedí y me tomé la libertad de recomendar lugar. "Me late una salidita a La Borbo, la música de ahí le va a latir cañón. Cerremos el año agusto", pensé.
Ya instalados en el bar, traté de ser decente. Eché las clásicas y aburridísimas de: "¿Y cómo te va en Atlanta, qué tal la chamba?", "Si vamos un día por allá nos damos una vuelta", "¿Cuándo fue la última vez que nos vimos? No has cambiado nada, ¿eh?". En fin, las de rigor.
Pero los genes son los genes y, cual lobitos que se huelen para ir haciendo manadas (dije ma-na-das), no hubo poder humano, ni femenino, que evitara el despegue de dos enfermos musicales.
"Si no existiera The Cure, Depeche sería mi grupo favorito", dijo el susodicho de mi hermana quien sabe en qué momento de la chorcha.
Hagan de cuenta que yo ahí me quedé, estático, hipnotizado. El Atlanta-Boy acababa de expresar lo que yo hubiera dicho, pero al revés. Me sentí un galgo al que le acaban de abrir la rejita de la pensión después de un mes.
Creo que volteé a ver a mi hermana y, como no me echó ojos particularmente ardientes, pues... a la goma. "Si no fuese Depeche mi máximo, sería The Cure", reviré.
Hasta eso Mario se vio medido. No hizo tanto alboroto, aunque sí se le llegó a notar el gusto por romper la noche con un tema fregón, de esos que le llegan a los huesos. Se contuvo, siguió la plática narrando sus locuras estudiantiles y el robo de algunos exámenes. Todo normal.
Pasaron como 10 minutos y cayó de nuevo. "El concierto de mi vida fue el de The Cure en Monterrey. Fue el 16 de junio del '92 en el Estadio Universitario, abrieron con 'Open' y cerraron con 'A Forest'. Yo estaba hasta pintado como Robert Smith", dijo mientras mi hermana y Mara pensaban que éste no era un clavado promedio. Éste era de los auténticos enfermos musicales. Uno como yo.
"Ese ha sido el show de mi vida, lo tengo en KCT, pero cada vez se oye peor", confesó.
Preparé sutilmente mi respuesta. Sabía que provocaría una vorágine de palpitaciones y que sería algo así como decir: "Mesero, tráiganos la cuenta... pero la de mi hermana".
"Yo tengo ese concierto de Monterrey en CD y se oye increíble", susurré con cinismo y con completa seguridad de que me acababa de quedar sin hermana. Hagan de cuenta Hussein a punto de ser ahorcado.
Lawrence esbozó una sonrisita diplomáticamente panista de "Viva la vida", pero por dentro seguro quiso agarrarme a trancazos como cuando ella era más alta que yo hace no mucho.
Estuve a nada de proponer que nos fuéramos los 4 a ver conciertos para estrenar el "Home Theather" que me regaló mi mujer en Navidad, pero no fue necesario. Ahí mismo me fue informado que el día anterior, Mario y mi sister habían pasado 5 horas y media viendo conciertos de The Cure y de DM.
La noche se fue haciendo Ping-Pong de dos sin reta y, mientras Mario presumía la exclusivísima foto que le tomó a Robert Smith con una línea de coca enfrente, y yo hablaba de los 82 Cd's de Depeche que tengo en mis repisas (no es choro), Mara volteaba a ver a su cuñada tratando de transmitirle paciencia.
Para colmo, la selección musical borboletesca rotó rolas de The Cure y de Depeche.
"Bueno, está bien, vamos a hablar del legado de Intocable o del mítico Valentín Elizalde que se fue al cielo como John Lennon", me atreví a decirle a Lawrence cuando vi que ya de plano ella platicaba con el segundo jitomate de su ensalada. Ella respondió con la clásica sonrisita de "Cáeme bien, jocosito".
Mara dijo que pidiéramos la cuenta (no sé si porque se sentía mal del estómago o por noblísima misericordia hacia mi hermana)y nos despedimos.
Mario y yo quedamos en traficar, a partir de ya, tesoros electrodarketopoperos, mientras que mi hermana, en el beso de despedida, seguro pactó secretamente con Mara sedarme apenas llegáramos a la casa. No fuera a ser que a mí se me ocurriera llamar a media noche y estropear la segunda parte de la velada.
Moraleja: Aunque todos seamos de la familia de los paquidermos, nunca juntes a dos elefantes, si tú eres rinoceronte. Bien lo dijo Martin Gore: "We're damaged people".