
Mi norteña aseguró que entraríamos. Yo dudaba cuando supe que el célebre Mercury Lounge estaba sold out para el concierto de anoche. Mara los había oído por mi culpa unas cuantas veces, mientras que yo descubrí a The Veils hace ya dos agostos y me pasmé con la voz de Finn Andrews, un ente atormentado y flacucho que no se permite sonreír demasiado.
Cuando unos holandeses que hacían fila se percataron de que habían comprado dos boletos extras por no entender el "inglés gringo", Mara volteó a verme con emoción. Yo me le acerqué a los europeos y les di el equivalente a su error: 35 dólares. Todo listo. Ella tenía razón.
Mi norteña entró primero y pidió una clara a tope de vaso; yo un desarmador que, en el primer sorbo, casi me arranca la cabeza. Ella se sentó y yo permanecí de pie. Tendríamos frente a nosotros tres bandas antes que The Veils, así que a gozar un largo encierro en un cajón de 20 por 20, con un par de sillones incómodos a las orillas y 15 luces de colores primaros. Ahí, un televisor sería una pantalla gigante, y a los claustrofóbicos el cuarto les parecería un entorno inquietante. A mi parecer, exquisito, simplemente exquisito.
Mi mujer clausuró pronto la actuación de los primeros de la noche (tachándolos de roqueritos con un vocalista de voz popera que se presentaron bajo el nombre de The Jaguar Club). Luego, los primeros acordes del segundo grupo, Faces On Film, cautivaron a mi mujer y no la soltaron. También yo les aplaudí. Buenas rolas, merecida ovación. No me dio oso ir por el autógrafo y la dedicatoria para ella. El vocalista, en su sorpresa, hasta fue a conseguirme un plumón. Ternuritas de la etapa de lactancia en la música.
De la tercera banda ni hablar mucho. Unos Auténticos Decadentes en inglés, pero con la cuarta parte de brillo. 100 veces grises, 100 veces alegres.
Finalmente, The Veils apareció pasadas las 11 PM. Para entonces, mi norteña estaba sentada y yo atendí su petición de sentirme libre para acercarme al cuarteto del cual me considero quizá el único fan mexicano.
He de decir que, a estas alturas y tras tantos conciertos vividos, nada me es tan delicioso como ver a uno de mis grupos amados conectar sus instrumentos antes de que apaguen las luces. Cero glamour, cero poses. Tan natural como salir un momento de la sala del show e ir a la barra a ver la mercancía que ellos mismos traen en un auto y que se compone de unas cuantas playeras, copias de sus tres álbumes y una breve explicación de su historia. Lo dicho: amo a los embriones.
Tocando mil percusiones a tres metros de distancia, hicieron de la noche una de las mejores que he pasado en suelos extraños, misma que culminó con "Nux Vomica", un tema frenético que se asemeja a la colisión de dos ferrocarriles.
Los 197 que logramos el sold out aplaudimos y gritamos a sabiendas de que cada alarido sería escuchado de pared a pared. Poco importó perder el último autobús de la 301 que sale a la 1 AM. Finalmente, los 50 dólares que nos cobró el taxi me los había ahorrado en el boleto cuyo bajísimo precio no estoy acostumbrado a pagar por estas banalidades... que me hacen feliz.
SETLIST:
Not Yet - The Letter - Calliope - Pan - The House She Lived In - Jesus For The Jugular - Advice For Young Mothers To Be - Sit Down By The Fire - Three Sisters - Larkspur
The Tide That Left And Never Came Back - Lavinia - Sun Gangs - Nux Vomica