
Un concierto de Andrés Calamaro tiene mucho para destacar en una conversación privada. De entrada, hablamos del que hace pocos meses se autodefinió en uno de sus temas como "Sexy y barrigón". De eso queda nada. Lo describen mejor su pésimo baile y sus gafas.
Desde que comencé a seguirlo en 1997, le he mirado cambios y hoy veo un Calamaro finísimo, aunque raro sin sus rizos de mediocampista de Chacarita. En pleno show se le nota que vive entre Buenos Aires y Madrid. A veces rock animal de estadio, a veces baladas de intimidad punzocortante. Pero todo llega. Y llegó el viernes con letras que tienen hondura y hasta maldad.
Durante más de las dos horas que marca el reglamento, Janett y yo lo miramos en silencio desde el par de butacas del primer piso, agradablemente apartadas del resto. Suerte en el boletaje, suerte de espectadores. Todo con tal de escuchar los versos de un argentino que con las sobras de otros puede hacer croquetas sonoras. Y otras piezas son maestría pura: "El salmón", "Buena suerte", "Tuyo siempre", "Sin documentos", "Comida china", "All You Need Is Pop", "Estadio Azteca". Entre su andar en solitario y lo que rescata de Los Rodríguez, solventa su nimia producción con la potencia de las varias guitarras que lo acompañan y con su gusto hacia los ritmos de las provincias. Y si hay dolor, viene embarrado con mermelada.
En particular, gocé "Tres Marías", sufrí más de la cuenta con "Crímenes perfectos" (¿quién no?), y saqué del panteón a mi hermano David con "
Los chicos", seguramente mi nueva predilecta en detrimento de "Media Verónica"... que brilló por su ausencia y ha envejecido mucho.
Hace tanto que no me invitaban a un concierto, todo pagado, todo incluido... hasta los pastelillos previos y el chocolate caliente. Gracias eternas a mi mujer por ello, pese a mi silencio de sepulcro y mis ojos fijos en el escenario y en mil partes más.
Mi concierto 103 ha sido uno de los 10 mejores. Por instantes, sustituí el habla con lágrimas.
Recomiendo ver a Calamaro antes de morir y antes de que él nos deje con muchas incógnitas respecto a sus letras bombachas, irresponsables y sin rima.
El salmón que alguna vez aclaró que no le excitaba cagar en el mar...