
La cena de Navidad siempre es una cosa de sentidísima elegancia. Siempre diferente, siempre inusual.
Después de años, anoche volví a casa de mi madre a una cena navideña marcada por los tradicionales chistes de mi primo Charlie (debería cambiar su chamba y convertirse en Bananito para hacerle competencia a Platanito), por la sostenida pose de diva de mi querido hermanito mamador, Alex, por las risas de mi tío guanajuatense, Javis, y, para sorpresa de muchos, por el vestido tipo Juan El Bautista que sacó mi madre de una tienda de filisteos o apóstoles en pleno Siglo XXI (una onda como túnica, pero que se veía rara en combinación con las botas que usó, como tipo gladiador mamado). Era una onda entre Goliath y Barrabás.
Pero más allá de la narración meticulosa de una velada que reunió a Los Sánchez con todo y sus cachorros que ya de cachorros no tenemos ni aquella babita que no daba asco, lo interesante fue la "Operación Caballito" que, de golpe, inició en la madrugada por ocurrencia de alguno de los peregrinos guanajuatenses que conforman a mi familia materna y que querían rasparse la laringe con tequila.
Y el resultado fue: el primer caballito de tequila (de hidalgo) en los 54 años de vida de mi santa madre, con todo y su túnica de filisteo. Eso nos da un promedio raquítico de un caballito cada medio siglo. El chiste es que hizo una cara de pasita que, bueno, parecía que se estaba tragando un puñado de tachuelas. Creo que hasta se le olvidó organizar el arrullo del Niño Jesús a partir de ahí.
Y ya luego, cuando le quise sugerir su segundo caballazo de vidrio, se puso pantera y vociferó: "¡¡No, Luis, ya no van a tomar de esos más tequila!!. Una conjugación con gruñidito digna del borracho tipo AA (agresivo y atascado). Echó la flema en el regaño y bajó el arma, azotando el vasito en la mesa (¡como se brinda, carajo!). Dejó en claro que, a su edad, mi santa madre tiene todo para ser requete tequilera. Parecía Goliath parrandero antes de que David le pusiera en su madre.
Según sé, hoy viernes 25 de diciembre, doña Rocío ha ido a Misa a confesarse. No sé si por chupar o por los milenios que tardó en hacerle "arre" a los caballitos.
¡Viva la Navidad!, ¡viva Juan El Bautista!, ¡viva Goliath!, ¡viva Gladiador!, ¡viva mi madre, la güerita piernona!, ¡vivan los filisteos borrachos!