
"Wild Things" llegó a las salas de cine en el verano de 1998, concebida por el vox populi como "la película donde se besan dos mujeres" .
Los hombres que nunca dejaremos de ser una variante carnosa de esperma, asistimos a la función con tintes esperanzadores respecto a la trama de la película. Íbamos decididos a ver 108 minutos con tal de paladear "esos 5 minutos". En la era paleozoica de la internet, donde competían servidores como Lycos, Yahoo! y Excite, alguien había adelantado en pantalla la información de una escena que incluía un beso francés entre Neve Campbell y Denise Richards.
Se dice que los besos entre dos mujeres manipulan las pláticas de 100 hombres. No lo dudo. En aquel entonces (mucho antes de que Madonna y Britney se robaran los premios MTV con el "kiko" más mediático de la historia) Neve y Denise protagonizaron el génesis del efecto lésbico en la pantalla grande, sin que esto formase parte de la entonces ya muy sofisticada industria porno. Si a esto se le suma el hecho de que a los 20 años de edad, el 99% de los empeños adolescentes masculinos son sexuales, pues.....
Como una porción del crecimiento de todo hombre está destinada al deterioro de su cabecita, llegamos al cine puntuales, pero sin saber cómo comportarnos al haber cometido un error capital: fuimos con las respectivas novias. Esto es como ir al Cine Teresa, acompañados por nuestras abuelitas, y pedir un chocolatito caliente en la "confitería" de la sala.
Todavía recuerdo la fingida tos a discreción de mi cuate Willy cuando "la escena" se aproximaba, como dándonos la señal. Todas las mujeres se dieron cuenta de ello y prepararon el cascabel para viborear lo no viboreable. Así pues... llegó el momento: la versión descapotable de Neve y Denise apareció en pantalla. Un silencio ruidoso se esparció por la sala y a todos se nos hizo un nudo en la próstata al ver algo de tal intensidad y sin cáscara. Mi entonces novia estrujó mi mano al no poder apretarme otra cosa. El resto de la película... nadie lo recuerda, pero hablando con la franqueza más pura, no conozco a un hombre que hace 10 años no quisiera ser Matt Dillon.
Sin exagerar, aquel momento de la historia, junto con el del súbito cambio de los viniles al CD, fueron los dos más drásticos para la generación a la que pertenecemos quienes rondamos los 30. Aquel beso fue, a fin de cuentas, el sabor de lo imposible. Lo demás fue "después de"...
Para muchos de mi generación, esta fantasía, tal y como la conocemos, se inventó en 1998. Hoy la conmemoramos: