
"Ingeniero, buen día, ¿cómo está?".
Una manera elegantísima de entrar a la oficina de mi jefe para tratar los asuntos del changarro (macrochangarro). Normalmente así lo saludo a las 10:30 AM, apuntalando la cordialidad con un firme apretón de manos y la vista fija a sus ojos (si no ves a la persona, mejor ni saludes). Ni qué decir de revisarme en el vidrio de la puerta de su oficina el nudo de la corbata y el peinadito de ñoño que me he dejado para esta temporada navideña. "La vanidad: mi pecado favorito" fue una frase de cierta película que reposa en mi colección de dvd's. Y, carajo, cómo me gusta.
Tomo asiento, cruzo la pierna (postura diplomática, nada de verme como piruja en traje sastre) y reviso algunos documentos que me entrega. Pongo dos dedos en la sien y el pulgar sobre la mejilla, estirándome la boca estilo Guasón. Si no hago esto, no me concentro (defecto de fábrica). Guardo silencio y mi jefe se mete en su monitor.
"¿Café?", pregunta con ese estilacho sin dejar de mirar su computadora. "Le agradezco, estoy bien así", respondo. Se acerca a su altavoz: "Un cafecito, por favor". Cumplida la solicitud, el silencio y el humo de un expresso bien calibrado dominan los próximos minutos. Se escuchan el aire acondicionado, el movimiento de páginas, el click de su mouse y los sorbos que da. Ni siquiera cuando coloca la taza sobre el escritorio hace ruido. Un hombre templado de pies a cabeza.
Termino los documentos y comento tres puntos. Estamos en sintonía. Sin duda un buen día. Antes de marcharme y como es su costumbre, me pregunta un par de cosas sobre mí y tras recibir mi agradecimiento por estar al tanto, viene el segundo estrechón de manos. Me pongo de pie, camino hacia la puerta y, justo antes de abandonar la oficina de mi jefe, el ruido de mi Nextel que llevo en la mano irrumpe con volumen 8 de 8: "¡Qué pex cabrón, te dije que te marcaba hoy puto para ver cuándo chingados te doy tu Dvd por el mugre Atlante que nos ganó!"... Quedo petrificado.
- Flashback a la tarde de ayer -En una despreocupada plática por Nextel con mi amigo David, a quien apenas humillé en una apuesta de la Final de futbol, pactamos que esta semana debe regalarme el concierto de Héroes del Silencio en México en Dvd. Por problemas de recepción en los aparatejos que hacen "pi-pip", lo único que alcanzo a entender es que mi cuate me llamará en el transcurso de mañana.
- De vuelta al fatídico instante de hoy -Me quedé en que estaba petrificado a centímetros de la puerta de la oficina de mi todavía jefe, con ojos de Bart Simpson. Por mi mente pasa el fantasma de Ruvalcaba, temido gordito de Recursos Humanos que desquita su sueldo como sepulturero de los despedidos. Estoy tan tieso como el "Chómpiras" estaba cuando el "Botija" iba a "darle peine". David acaba de hacer el favor de bajarme los chones en la cara del director general del lugar en que laboro y yo ni talco traigo para mis pompitas. Quiero huir a Hawaii, quiero que me coma el "Poeta Caníbal", quiero dedicarme al Teletón, quiero ser un armadillo (quiero llorar, quiero llorar).
Mientras en un microinstante pienso en quién será el primero del que me despediré y qué motivo daré sobre mi cese, una gotita de sudor baja por mi occipucio. Mi peinadito de ñoño se transforma, y de traer un intacto look de playmovil... la cabellera se me eriza lo suficiente como para pasar por señora de Polanco en tardío celo. Del nudo de la corbata ni hablo: parece la soga con la que puedo terminar de una vez mi calamitosa realidad. Esto es el mañanero y no pedazos, la muerte en vida, algo mucho peor que tapar el baño de los suegros en la cena de Navidad. Y Ruvalcaba y Ruvalcaba y el coco... y mis pompitas rosadas.
De pronto, mi jefe habla para dictar sentencia (gulp): "Hay tres cosas importantes en este mundo, mi estimado: trabajar duro, ser agradecido y tener grandes amigos. De esto, puedo decirte que un verdadero amigo no te llama por tu nombre, me da gusto que tengas buenos cuates. Y exige que te pague porque también le aposté al Atlante y ya cobré".
Lo dije antes de cambiar de peinado: hoy, sin duda, es un buen día.