
"Señores, señoritas. Les damos la bienvenida a la fiesta y gracias por vestir de negro y morado, como debe ser. Son privilegiados, ya que serán los primeros en escuchar en este país el nuevo álbum... ULTRA. Esto sólo sucederá de manera simultánea en París, Berlín, Los Angeles y, por supuesto, aquí".
Fue una voz distorsionada la que sonó de tal modo la noche del 11 de abril de 1997 al interior del extinto antro "Sixtina". Y un centenar de fans aplaudimos con vehemencia y ansiedad por escuchar el entonces nuevo disco de Depeche Mode. Todos entre velas, todos a media luz y aguardando el momento de estallar.
Tengo esa noche en mi memoria porque me transporta a la fecha en que Depeche lanzó mi disco favorito, pero también porque aquella velada fue un momento mágico donde comprendí que soy de esos fanáticos que hoy están en peligro de extinción. Los que lo tienen todo y también lo que está más allá de la colección completa. Lo inédito, lo inaudito, lo oficial y lo oficialmente no oficial. Un poco más que todo. De lo contrario, no eres fan.
Este seguidor al que Depeche convirtió en devotee con el paso de los años comprende que algunos le llamen "enfermo" por tener en su colección casi 90 discos de la banda y por haber movido cielo, mar, tierra, horarios de trabajo y hasta boletos de avión para concretar lo que hasta ahora son seis inolvidables conciertos: tres en el D.F., uno en Fort Lauderdale, uno en San Diego y uno en Los Angeles.
Mis amigos y quienes me conocen de médula me han visto crecer con Depeche tatuado a la cabeza y a los oídos. Han tenido que fletarse al menos un discurso mío en el que creo ilusamente que me están entendiendo todo.
Me han hablado por teléfono para avisarme que MTV pasará un documental del grupo, me han contado de algún concierto al que han ido a verlos, me han preguntado si ya tengo la edición limitada o remasterizada de algún álbum, han bailado conmigo en un antro alguna canción de DM, me han hablado al celular para decirme que se acordaron de mí porque estaban oyendo una rola en la radio, entre muchas otras cosas. En resumen, para muchos, apenas oyen la palabra "Depeche", se acuerdan de mí en automático.
Incluso, recuerdo cuando en 1995 mi buen amigo Lalo me llamó aturdidísimo y me dijo que David Gahan, vocalista de la banda, había sido declarado muerto dos minutos tras meterse un speedball y de milagro había sido traido de vuelta al mundo por los médicos del Cedars-Sinai de Los Angeles.
"¿Estás ahí?, ¿me estás oyendo ultra fanático de Depeche?", recuerdo que preguntó varias veces Lalo mientras yo salía del shock del otro lado del auricular. No por nada, dos años después de este catastrófico episodio, los fans de Depeche nos volvimos locos al ser los poquísimos afortunados que fuimos a "Sixtina" a escuchar el ULTRA, ese álbum con el que la banda, con todo y Gahan, regresaron de la tumba.
Después de ello, tomé como algo prácticamente imposible que DM tocara de nuevo en México. Y aún menos creí que en mayo del 2006 la banda de mis sueños trajera su "Touring The Angel" para llenar dos veces el Foro Sol, con 50 mil almas por noche.
Muchísimo menos concebí que llegaría el momento en que mi buen cuate Vesselin, acordándose de mi exacerbada devoción a la banda, me llamara en pleno primer show de esas dos veladas y me dijera que, de entre esos 50 mil, tenía dos cortesías para la exclusivísima Post-Party del grupo en la terraza del Hotel Hábita, lo que nos llevó a mi Mara y a mí a echarnos un tequila y un vodka en la mesa aledaña a la de Martin Gore y Andy Fletcher.
"Amor, ¿estás consciente de que estás echándote un drink junto a tus ídolos? ¡Estamos junto a Depeche Mode!".
Creo que no pude contestar, pero sí recuerdo que mi amadísima me sacó del coma y, bajo su consejo, fui a cazar a Fletcher al baño de hombres para conseguir un autógrafo y un saludo con las manos sucias, ya que este inglesito no se las lavó después de...
Memorias, shows, fotos, discos, dvd's, playeras, chamarras, el mejor concierto de mi vida (del que hablaré algún día), locuras, pláticas, tarjetas navideñas, mucha música y, por supuesto, negro y morado, negro y morado y más negro y más morado.
Todo esto ha sido mi vida con la banda de mis amores, mis desamores, mis alegrías y mis instantes más sublimes. Y aún hoy, cuando los verdaderos fans estamos en peligro de extinción, sigo sin poder responder cuando alguien me pregunta: "¿Estás ahí, me estás oyendo ultra fanático de Depeche?"...
Tal vez disfruto demasiado... el silencio.