Tuesday, May 7, 2013

El Astronauta... dos años después

Lo que diga es poco. Lo que calle es mucho. Sólo sé que esa sonrisa me llena los ojos y me llena de vida.

Ventajoso como soy, siempre le pregunto si es feliz, a lo que responde con un simple "shí". Después nos junta a su madre y a mí, y nos empuja para que nos demos un beso. Y, al hacerlo, dice "gracias" con una sonrisa distendida. Tan simple como eso. 

Es la época en la vida de un ser humano en la que lo más sencillo es lo más importante. Contrario a lo que muchos piensan, los niños se enfocan en el pan, mientras que los adultos nos preocupamos por el merengue del pastel. Ellos la esencia, nosotros la apariencia.

El Astronauta... nuestro hijo, nuestro tesoro, cumple 2 años. 

No hay palabras suficientes ni cercanas siquiera. Hay vivencias, hay risas, hay recuerdos, ya demasiados para el poco tiempo. Ahora entiendo muchas cosas, tantos momentos que escuché como hijo que ahora intento replicar como padre. Me siento pleno, combustible a tope, agradecido por cada instante que he dejado atrás y ansioso por cada momento que venga, con él, por delante.

Ventanas abiertas, que entre el aire e inflemos los pulmones. Con ojos cerrados y en medio del silencio helado de las noches, pido siempre a Dios por él, por mi adoración, por la única razón de vida que jamás busqué, y que ahora, es la razón sin la cual no podría volver a encontrarme.

Feliz segundo cumpleaños, mi amor. El "dosh", el previo al "tés", al "cuato", al "shinco", al "sez"...

Ya pronto tendrás copiloto...