Wednesday, December 29, 2010

Una tarde de 1969


Antes de la Navidad de 1968, y experimentando los sinsabores de su salida de Pink Floyd, Syd Barrett se mudó para compartir un pequeño apartamento en Londres con su amigo Duggie Fields, famoso artista Avant-garde.

El flat, ubicado en Earls Court Square, se volvió mítico para millones de fans de Syd, quien murió hace poco más de 4 años.

Una de las razones de dicho fanatismo es que el interior aparece en la portada de The Madcap Laughs, primer álbum en solitario de Barrett, quien entonces consumía altas dosis de LSD, lo que eventualmente le causó un daño definitivo en el cerebro.

El fotógrafo Mick Rock capturó las imágenes de aquella tarde de 1969, en las que aparece Syd acompañado de una mujer desnuda, quien pasaría a la historia como Iggy The Eskimo.

No hubo ideas preconcebidas sobre dicha sesión, ni el objetivo de mostrar a Barrett como el genio decadente de la época que podía encerrarse con cualquier mujer en una de las tres habitaciones del lujoso apartamento. Rock simplemente tocó la puerta e Iggy estaba ahí, pasando la tarde con Syd.

Poco tiempo transcurrió para que Fields se cansara de su roomate, quien en sus ratos de desvarío solía quemar comida, sembrar olores insoportables y dar asilo a junkies.

Hoy, Barrett es mera leyenda y The Madcap Laughs es un disco de culto, mientras que de Iggy The Eskimo sólo se sabe que desapareció de la vida pública durante 40 años hasta que en 2008 concedió una breve entrevista en la que aclaró que su verdadero nombre es Evelyn, que se casó en 1978, que a Syd lo guarda en el corazón como "un ser hermoso" y que aún recuerda el olor a pintura del apartamento en el que se tomó aquella sesión.

Duggie Fields sigue viviendo en el mismo flat que compartió feliz y tortuosamente con el fundador de Pink Floyd.

Me encantaría charlar con él para saber más de mi ídolo.

Monday, December 20, 2010

El muro


Look mummy, there's an aeroplane up in the sky...

¿Que Roger Waters está loco? Es muy probable.

Fue un privilegio estar en primera fila y corroborar que ciertamente sus gestos lo hacen ver como un lunático. De no haberlo sido desde hace tiempo, Pink Floyd sería otra banda.

Tiene una fina estampa y una delgadez que espanta. Las mujeres dicen que se ve mejor que el Roger de 1980 (expuesto durante el concierto en un dueto sui generis que interpretó "Mother"), aquel que perdía ante la percha de David Gilmour y la pulcritud de Rick Wright. Si acaso Nick Mason le competía en cuanto al menos agraciado.

Pero artística y líricamente, Waters es la fuerza de Floyd. Y siempre lo fue aun en los tiempos en que su ego y el de Gilmour cabían en una misma banda. Justo en la grabación de The Wall, Pink Floyd sería azotado por sus propias diferencias internas y mientras Wright era despedido por Waters y recontratado como músico a sueldo, el resto de la agrupación vería en Roger al mandamás prepotente e incómodo que debió pensar mejor si no quería acreditar el doble álbum como un proyecto solista. Es casi eso. Lo impide la maestría de Gilmour en el solo de "Comfortably Numb". Pero volvamos al presente y a la noche del sábado.

Primera fila y frente a nosotros el gran muro a detalle (construido con vil cartón), pero imponente desde las butacas más lejanas. Mi mujer, mi bebé aún en en el vientre y yo fuimos devorados por la parte más íntima de Waters a tres metros de distancia. Arrugado, sonriente, histriónico, mal fajado, compartido y no siempre el protagonista de la noche. Le agrada que luzcan los niños en "Another Brick In The Wall Part II" y que sus guitarristas hagan todo lo posible por hacer olvidar a Gilmour (imposible).

En el compuesto eternamente bélico de The Wall y entre los cientos de rostros de quienes han muerto en la guerra, proyectados en el muro del show, Roger no deja de colocar en el centro de todos a Eric Fletcher Waters, soldado británico del que se ha sabido muy poco desde su muerte en 1944, excepto por las letras de su hijo que sugiere que su cuerpo nunca fue encontrado en temas como "Corporal Clegg", "Free Four" y "The Fletcher Memorial Home".

El resto es maestría. Nunca fui fanático de The Wall como sí de Wish You Were Here, The Piper At The Gates Of Dawn y Dark Side Of The Moon, pero admito que temblé cuando Waters cantó "Nobody Home", sentado en una sala de televisión sostenida por algunos ladrillos del muro (igual a la gira de 1980).

Besé a mi mujer en los momentos idóneos para ello, y a mi bebé ya le esperan dos prendas con la leyenda The Wall.

En esta ocasión no hubo referencia a Syd Barrett, mi gran ídolo musical, pero siempre he creído que en la interpretación de "Comfortably Numb" se invoca al único hombre que Waters vio hacia arriba... y sin oponer resistencia.

Ya en domingo, varias horas después del concierto, la locura llevó a buscar a Roger, para que firmara aquel álbum de 1975 que me hace pensar en la última época en que Waters se sintió parte de Floyd.


PS: La línea con la que abro es el inicio de "Goodbye Blue Sky", expuesta en 1979 por la voz de un pequeño que recrea el instante previo a un bombardeo. Es ni más ni menos que la voz de Harry, hijo de Roger Waters, quien curiosamente 30 años después gira por el mundo con su padre.

Sunday, December 12, 2010

Los asteroides de 2010


Época de listados musicales, así que es momento de lanzar los temas que, a mi parecer, se roban el 2010, año que no me pareció particularmente boyante en este sentido.

1. Kaleidoscope. James
2. On Melancholy Hill. Gorillaz
3. Infinite Arms. Band Of Horses
4. Neutron Star Collision (Love Is Forever). Muse
5. Not In Love. Crystal Castles feat. Robert Smith
6. Dust Lane. Yann Tiersen
7. Vanderlyle Crybaby Geeks. The National
8. Ready To Start. The Arcade Fire
9. Bloodbuzz Ohio. The National
10. Eclipse (All Yours). Metric

El corte triunfador lo descubrí hace tres meses, al interior de una habitación de hotel en Zurich. Supongo que semejante ambiente siempre ayudará a aquilatar sonidos. Se trata del regreso glorioso de James, una de mis bandas de toda la vida y que en 2010 sacó no uno, sino dos álbumes majestuosos.