Friday, June 20, 2008

Una vida que duró 150 días


Mi penúltima vida se dio hace 11 años y, aunque podría decirse que la existencia es una y sólo una, hablo en pasado porque data de la última vez en que estuve solo. Por ende otro tiempo, por ende otra vida, por ende otro yo.

Para ubicarla, habría que frenar en los primeros meses de 1997. Alrededor de 150 días en los que hiberné y estuve ajeno a los pabellones del amor, sin mayor interés en encuentros de pasión épica. Un agujero de tiempo a través de cual contemplé "el amor antes" y "el amor después", sin sentir estragos, sin requerir sus presencias ni padecer sus ausencias. Tiempo que me brindó el tablón a la mitad del río, desde donde se ve lo que sucedió y lo que en breve habrá que cruzar. La época en la cual no dolían las mujeres pasadas, no dañaban las imposibles, no excitaban las humeantes, no existían las incomparables ni urgían las probables.

Una vida anterior en la que, mientras mandaba los latidos a la tintorería, la soledad no implicaba desolación. Mis conversaciones no necesitaban de una oreja y mis acciones no debían corresponder al tamaño de las pestañas frente a mí. Mi éxito diurno no era proporcional a la elasticidad de un beso ni mi felicidad nocturna dependía de la amplitud de mi encanto. Un buen día era mío, uno malo también. El tiempo en que entendí que más hombres se han ahogado en vasos de agua que en ríos revueltos. Así que decidí dormir en el desierto.

A solas, mi alegría se horneaba rápido y sin demasiado condimento. Eran sonrisas sin más motivo que la risa misma, aquellas que no necesitan conservadores. Supe que las sonrisas que uno decide pasar por el colador son las que menos se disfrutan y supe también que las sonrisas que uno elige no son sonrisas, sino dientes en pose.

Durante aquellos 150 días del '97, compartí cuarto conmigo y pocas veces nos enfadamos. Discutimos alguna vez, pero siempre me respondí lo correcto, lo sensato, y me dejé tranquilo y callado. No cargué con la disyuntiva entre cambiar de amo o dejar de ser perro. Simplemente dejé de considerar, y fui.

Provenía de una relación que era tan constantemente inconstante que preferí escapar de este noviazgo "decimal". Dejé de sumar, de restar, y me recosté en la panza del cero. Y desde ahí, contemplé lo positivo y lo negativo. Y al final, todo fue matemático, porque me dio "igual".

Fui mi pareja y creo haberme sido fiel. Mi modo de abrazar estuvo, por única ocasión, exento al movimiento de brazos, y los besos jamás se excedieron buscando sexo. Fueron posibles los besos en seco, los besos sin dolor de quijada. Y fueron suficientes.

150 días en los que no pequé en la cama ni recé para que alguien llegara a bendecir mis sábanas. Las noches no se interrumpían con arrumacos flamables, y el insomnio sanaba con un vaso de agua. Otro tipo de compañía no hacía falta, otra clase de humedad... sobraba.

El final de aquella vida se dio en una tarde de junio, con olor a café y sentado frente a una buena amiga, quien luego de decirle al mesero que no quería más capuchino, confesó que tampoco deseaba más amistad conmigo. Y así, en los vaivenes en los que uno deja de ser y empieza a considerar, abandoné mi letargo y abrí la puerta, sin saber si quedaba encerrado por fuera... o por dentro.

Desde entonces, desde hace 11 años, hay presencias y ausencias, hay un lado de la cama, hay besos elásticos e instantes pirotécnicos. Desde entonces, por más negativo o positivo que sea, nada termina dando "igual".

Monday, June 9, 2008

Crack


7:50 AM es la hora en la cual entro a diario al vestidor y pongo mi laptop a sonar con un aleatorio de 2,300 canciones alojadas en mi carpeta musical. Iniciado el sonidero celestial, me meto a bañar y de ahí hasta que termino de hacerme el nudo de la corbata, rindo culto a "mi música".

El viernes, con ese ajetreo propio de un despertar tardío y de un consecuente regaderazo entre resbalones, apenas tuve tiempo de terminar el ritual del arreglo. Salí volando de casa y dejé mi laptop con la tapa abierta en el baño, mientras el vapor de la ducha se escapaba por la ventana del mismo.

Pasaron las horas y en ningún momento de la tarde, que por cierto fue azotada por un diluvio cuasi bíblico, reparé en causas y efectos. Llamé a casa para avisar a mi amada Mara de mi estancón vial y, una hora después, llegué finalmente a mi destino. Dejé las llaves del carro, subí las escaleras, caminé hacia el cuarto principal y, antes de quitarme la corbata, ahí estaba la imagen que hizo crack: en un primer plano Mara, con las palabras atoradas, y en un segundo, mi laptop puesta de cabeza, con la batería afuera y una toalla recibiendo las gotitas que cada tecla escupía. Parecía que en el monitor estaba la página del Weather Channel anunciando la peor de las tormentas, sólo que con la imagen en negro y una gotita haciendo zigzagueo de norte a sur.

Según la crónica de mi mujer, al momento de entrar al baño, se percató de la desgracia, le cerró la ventana al monstruo de agua y llevó a la niña ahogada al vestidor. La recostó y la hizo sacar un chorrito que después se hizo cascada y al final catarata.

Mi reacción fue guardar ese silencio donde sólo el grillo suena. Saqué mi cartera, la coloqué sobre el buró y empecé a rascarla mientras en mi hipotálamo se manifestaba la versión maxi del calientamiento global. Tal vez esas caricias eran reflejo de un instante semiótico que refiere a "la anticipación del gasto". Uno ve y ve y vuelve a ver el objeto del cual, en breve, se separará.

Flashback tipo ESPN:
Madrugada de mi cumpleaños 30: Abril 19 de 2008. Salgo del baño y veo a mi perrita Camila recostada y masticando a sus anchas. Pienso que se trata de su carnaza, pero junto a su colita observo precisamente una carnaza intacta y feliz. Regreso la mirada a su hocico y de pronto cae de sus fauces una tecla donde está pintado un telefonito verde. Sí, mi Blackberry. Otro crack y de nuevo el silencio donde sólo el grillo suena.


Hoy a las 7:50 me di la ducha más silenciosa en años. Salí y vi mi computadora dormida, de ladito, en el vestidor. Creo que permanece en coma y será hasta este miércoles o jueves cuando intente prenderla por primera vez para saber si ha muerto. Mientras eso sucede, el monstruo de agua nos azota sin piedad en estos momentos, y yo sólo me pregunto si en el futuro la memoria servirá: la mía y la de mi lap.

En fin, 2,300 probables muertes. Y mientras tanto... el grillo.

Wednesday, June 4, 2008

30... y St Jarna


Ha sido complicado elegir solamente 30 de las miles que han sonado. Es como separar unas cuantas hojas en un libro o como escoger los mejores besos en la vida.

Son las canciones incendiarias y refrigerantes a la vez. Tienen la virtud de la sonrisa y del padecimiento, porque nunca han podido pertenecer al mundo intermedio.

Son atómicas.


1 Stripped -- Depeche Mode
2 Wish You Were Here -- Pink Floyd
3 Disintegration -- The Cure
4 Estranged -- Guns N' Roses
5 Let Down -- Radiohead
6 Sonnet -- The Verve
7 But Not Tonight -- Depeche Mode
8 Comfortably Numb -- Pink Floyd
9 Shine On You Crazy Diamond -- Pink Floyd
10 747 -- Kent
11 A Forest -- The Cure
12 Daphne Descends -- Smashing Pumpkins
13 The Corridor -- La Ley
14 Hysteria -- Def Leppard
15 Believe -- Lenny Kravitz
16 Heaven -- Bryan Adams
17 F.E.E.L.I.N.G.C.A.L.L.E.D.L.O.V.E. -- Pulp
18 Turn My Head -- Live
19 When The Children Cry -- White Lion
20 The Last Song -- Elton John
21 Electro Shock Faders -- Hooverphonic
22 Drive -- R.E.M.
23 Behind The Wheel -- Depeche Mode
24 Antenna -- The Church
25 Famous Blue Raincoat -- Leonard Cohen
26 One Headlight -- The Wallflowers
27 Ocean Of Noise -- The Arcade Fire
28 Obstacle 1 -- Interpol
29 21 -- The Cranberries
30 One Country -- Midnight Oil

Bonus track: St Jarna -- Depeche Mode