Sunday, January 21, 2007

Deathmatch de los torsos desnudos II


Chequen mi currículum deportivo: Derroté varias veces en Ping-Pong a los sembrados 52 y 54 de México durante la década pasada, de niño me coroné con Titanes en la categoría 9/10 años del Club América, evité el descenso con el Asturcón del Club Asturiano años después hasta que me partieron la cara y me retiré del futbol, soy duchísimo en damas chinas (le ganaba a mi abue), en damas inglesas, en Pin-Ball y nunca de los nuncas he perdido una partida en Dominó cubano (gracias a mi sensei, el padre de Héctor Juárez).

Como se puede ver, cuando compito, lo hago a tope y no me gusta perder. También se puede ver que tengo bien definido en qué meterme y con qué ni moverle (aunque todo este enunciado suene a albur, donde por cierto, también me considero de los grandes-grandes-grandes).

Con este alucinante expediente personal de deportes y actividades "varias", me dispuse este fin de semana a superar un issue pendiente: vengarme de la derrota que Luisma me propinó en mayo pasado en el futbol alberquero. Diría que es como Water Polo, pero no, es simple tiro a gol en la alberca de mi casa de Cuerna.

Aquella vez me derrotó en serie de 3 de 5 y me dejó el ego atrofiado, así que aprovechando una nueva escapada con las señoras Mara y Gaby, y el buen Lalo, quien normalmente funge como mero testigo, sonido local o interventor (detesta el deporte), le dije que quería la revancha y Luisma, muy salsa, dijo: "Venga, ¿qué apuestas?".

Pactada una comida, donde nuestras respectivas galanas nos aclararon que NO cocinarían por el perdedor, comenzó el "Deathmatch de los torsos desnudos II". Reta a ganar dos de tres bajo el sol sabatino de Cuerna y una alberca donde el dedito gordo del pie (el que sirve para calar) nos advirtió del riesgo de hipotermia.

El comisario imaginario dijo que se podía jugar y, ante eso, camisas fuera y torsos cuadriculados a escena. Los cuadritos los guardamos Luisma y yo para mejor ocasión porque es la cuesta de enero y la resaca de los pasteles y buñuelos navideños, pero el rostro al menos sí lo regamos.

Dos horas de fragoroso y feroz combate (nuestras mujeres bostezaban cada 10 minutos, motivándonos a dar el 110%). Volé como seis veces cuando me tocó de guardameta y me di tres topes en el puente habilitado como portería. Mi mejor atajada de la tarde la festejé en completa soledad porque cuando pensé que Mara iba a babear por su héroe, ella estaba feliz de la vida echándose una salchicita con salsa valentina y limón, metidísima en la abundante plática de Lalo.

Luisma, mientras tanto, brillaba en el campo de batalla con riflazos continuos que me complicaban la tarea de portero. Y su mujer lo alentaba con un intensísimo "Gánale amor, gánale". No puse signos de admiración o exclamación porque el tono de voz de Gaby era una invitación a la meditación budista. Así de fuerte.

A las 5 P.M. acabó todo tras un desempate donde, sí, de nueva cuenta, Luisma me derrotó (el nefasto "tssssss" retumba en mis oídos, haciendo que me arda más).

"¡Amor, le volví a ganar, Luis no puede conmigo!", le dijo eufórico Luisma a su esposa. "Muy bien amor, ¿a qué hora quieres comer, tienes hambre?", fue la respuesta.

Y yo mejor ni presumo el arrebatador consuelo de Mara al verme derrotado por segunda vez. "Ni modo. Oye, cámbiate el traje de baño antes de que te enfríes".

No supimos cuál de las dos damiselas estaba más emocionada/extasiada, pero es un hecho que Luisma y yo consideramos hacer la tercera batalla a puerta cerrada (por aquello del sobrecupo y del frenesí de los hinchas, de los latidos vertiginosos de nuestras amadas y de que no queremos desgracias por lo masivo y espectacular de nuestros duelazos).

¿Será que nuestros torsos cuadriculados (en pliegues) ya no les atraen ni aunque nos untemos aceite de bebé?, ¿será que los héroes del deporte y las cheerleaders ya no existen... o será simplemente que Lalito tiene temas de conversación extremadamente fascinantes...?

Wednesday, January 17, 2007

Nuestra primera vez


Para una pareja con dos años de matrimonio, esperar tal cantidad de tiempo para “la primera vez”… es demasiado.

Otros niditos de amor no hubieran soportado tanto tiempo, pero por lo mismo, Mara y yo decidimos ponerle fin a la urgencia y tener de una buena vez nuestro primer servicio de lavado de alfombras en la casa de todos ustedes (así se dice por mera cortesía).

Una buena cantidad de fiestas memorables (Metal Party, Nacos Power, etc.) nos dejó dichas alfombras en estado atroz, así que antes de que llegara la primera del 2007, y aprovechando días de descanso de este servidor (así también se dice), pactamos con los eruditos de la materia una cita para este martes 16 de enero. No es cumple de nadie, no celebramos nada, mi hermana anda ocupada, todo mundo trabaja. Listo, lo hacemos.

A las 7:56 de la madrugada viene el timbrazo y aparecen tres galanes. No recuerdo sus nombres, pero creo que dos son tocayos. Para no errarle, los bautizo como Chucho I, Chucho II y Don Jesús.

Empieza la hecatombe. Maestrísimos los tres jesuitas, inician el traslado de cosas a rincones donde jamás imaginé que pudieran acomodarse. El sillón a la esquina, la mesa a la pared, las macetas al baño…

“A ver, esos muebles no se mueven. Ni el de tele ni el de la pecera”, vocifera mi valentonada mujer a Chucho II (tenemos un pobre pez en la pecera, pero chequen cómo lo chiqueamos). Y así, Mara, este servidor y nuestro Robinson Crusoe con aletas vemos cómo nuestro hogar es puesto de cabeza, cual tetris, para compactar todo.

“Híjole, es que hay que quitar este cable”, nos dice Chucho I en referencia al cable de una bocina que mi amigo Ariel se tardó tres horas en instalar para que el sonido de mi nuevo Home Theater quedara como el del “Viper Room”.

“Ni pex, quítelo maestro”, respondo devastado.

Mara pone cara de conflicto, y yo, al ver que todo es vertiginosamente desconectado, agarro mi PSP y decido jugar la Copa Italiana con el Nápoles, club austero con el que el día anterior logré derrotar a monstruos como el Milán y la Juventus.

Me arrincono en el cuarto de visitas y arranco la gloriosa Semifinal contra el Cagliari (ah, cómo me costó llegar hasta aquí).

Ayer gané 1-0 de visitante, pero la vuelta hoy se ha complicado. Empecé ganando, pero me han empatado.

“¡Viene disparooo… uy!, tirititeee nada más”.

Chucho II voltea como si se le hubiera encuerado la Nacha Plus al lado: “No manches, ¿es el Perro Bermúdez el que narra?”, pregunta hipnotizado.

Contesto que sí y ahí lo perdemos. Se emociona tanto que ya se sabe qué hará con la lana ganada por dejar la alfombra esplendorosa.

“Noombre, narra requete padre el Perro, hasta te inspiras más pa’ jugar ¿no?”.

“Sí”, contesto de nuevo y sin voltear para no distraerme en un momento crucial de la Semifinal.

Minutos finales, sigo 1-1 (2-1 global), estoy sudando y a punto de llegar a la Gran Final…

“Oye, una pregunta, ¿puedo mover este mueble a la esquina?”, es la tercera pregunta de Chucho II y la que de plano me hace voltear. “No hay bronca, compadre, mueve lo que tengas que mover” (la traducción en chilango es “¡Haz lo que quieras y ya no me interrumpas por el sagradísimo porrito y corazón de Diego Maradona…!”.

“¡GOOOOOLLLL, enormeee, nítidoooo, claroooo, bersallescooo!, ¡es el gol que mataaa!”, grita el Perro Bermúdez en mi PSP.
Casi me rompo el cuello. Catástrofe. El árbitro pita el final y por gol de visitante quedo fuera. Mis ojos tiemblan ante la calamidad.

“¿Ganaste?, ¿a poco anotaste sin ver?”. Cuarta y quinta pregunta de Chuchito II en dos minutos. Lo quiero ultimar.

Veo las mil vueltas de la barredora centrífuga con la que está limpiando Cucho I el otro cuarto y mi instinto asesino imagina el mentón de este metiche afeitado por la fuerza concéntrica hasta quedar hecho calaverita con barbilla de Neandertal. Para su fortuna, entra la llamada de mi hermana Lawrence y la bestia que traigo adentro (sin albur) se contiene un poco.

Cuelgo y Chucho II se ha ido. Voy por él y ahora suena el mentado Nextel. Es Mara, quien se ha ido por unas jergas y me pregunta si trae algo para desayunar. Ni pensarlo, mi estómago está hecho trizas cortesía del ojoslargos.

Cuelgo de nuevo. Ya ni caso tiene asesinar al artífice de mi derrota. Ni siquiera lo acuso con Don Jesús, el más veterano y mero mero de la cuadrilla de limpiadores de alfombras. Respiro y me calmo. Todo este sacrificio, frustración y desdén sirvan para que las nuevas fiestas que hagamos sean mejores.

1 de la tarde. Termina por fin nuestra primera vez. Mara está complacida con la chamba de los tres “mais” y los despide con bombo y platillo. Y yo… cuando me despido de Chuchito II, quiero estrellarle el bombo y el platillo, pero el muy cínico se me adelanta. “Que estés bien y que ganes el próximo torneo”, me dice.

“Gracias compadrito, nos vemos”, responde mi lado decente, lo que en chilango se traduce: “No vuelves a limpiar mis alfombras, pedazo de fisgón. Y si compras tu PSP, ¡ojalá y te echen en la primera ronda, reverendísimo metiche!”.

Saturday, January 13, 2007

Amoeba


Un caballero llamado Troy y apellidado Santiago nos vio molidos a Eztel y a mí en el día 12 de nuestra agotadora gira de trabajo por Texas y California y nos preguntó que a qué lugar deseábamos ir para escaparnos de la rutina. Yo le dije que a ver cd's y dvd's.

"Perfecto, los voy a llevar a una tienda que... te vas a caer cuando entres", me reviró Troy muy acá (con ese acento de Dandy que le permite cantar como JC Chasez para ligarse a una japonesita), haciéndose el que me iba a apantallar con un monstruo de lugar al que ni el Virgin Megastore de París le rozaba los talones.

Pues bien, el tío nos trepó en su Meche blanco con disfunción en el quemacocos y un falso en el tablero que nomás no se quita y nos dio una buena paseada por Los Angeles.

Largo trayecto y una escala en la gas hasta que finalmente nos salimos del freeway y tomamos un retorno hacia la siempre fascinante zona de Hollywood. Nos detuvimos en el 6400 de Sunset Blvd.

Más escéptico que los enemigos de Jaime Maussan, me asomé por la ventana y vi un edificio horizontal bastante peculiar, así como la leyenda "Amoeba Music" cuyas letras parecían bombitas de jabón espumeando al estilo de comercial de detergente chafa. La neta... la fachada del establecimiento se me figuró a un lamentabilísimo congal de la zona rosa que me hizo recordar al "Lobohombo". También se me figuró que Troy me estaba dando atole con el dedo, especialmente porque yo creía haber estado en un sinfín de buenas tiendas de discos tanto en América como en Europa y esto, en definitiva, era un pedazote de burla.

Etzel, desde el asiento del copiloto, tampoco decía mucho.

Pero muy pronto sufrí esa metamorfosis de ser un tipo soberbio y sobradón, al cuate al que se le cae la cara por incrédulo al darse cuenta de que se ha equivocado big time: "Amoeba" no era un Mixup más, sino que de verdad me abría sus fauces apenas entrábamos al lugar. Era, verdaderamente, un monstruo.

La planta baja más inmensa que he visto era exclusivamente el área de discos, sin contar un patio trasero que estaba dedicado al Jazz, al Blues, al Tango y a todo lo que no fuese rock o pop (seguro estaba el "Gallo de Oro" arrumbado por ahí en la sección de las leyendas martirizadas). Con un poco de paciencia, seguramente hubiéramos encontrado un album inédito de Bertín Osborne cantando a dueto "Good Vibrations" con Marky Mark o el concierto completo de Diego Verdaguer en la terraza del Crowne Plaza en 1995 (el que abrió con "Usted qué haría").

En fin, esto era un laberinto rodeado por paredes tapizadas con los posters más fregones que mis ojos hayan atestiguado. Creo que por ahí me pareció ver a Robert Smith en la gira de The Cure de 1989, a Bono en sus años de puberto y a Vicente Fernández echándose una caguama con Bob Dylan o ya no recuerdo bien si era el poster de al lado. Pero bueno, el punto es que me di el tiempo de ir a disculparme con el buen Troy y después me trepé al segundo piso para checar los miles de dvd's que ahí dormían.

No sé cuántas horas permanecí ahí, tampoco sé en qué momento tuve que tomar un canasto tipo mercado para poner todas mis selecciones, mis caprichos y mis caprichos plus. Creo que a Mara le llamé como 7 veces y a mi hermana un par más, hasta que la pila de mi Nextel empezó a parpadear y mi mujer me hizo ver que ya me había entendido lo extasiado que me encontraba.

Al final, y después de depurar una abundante cantidad de artículos, pasé primero yo a la caja, después Eztel y, al final, Troy.

La anoréxica Lauren que me atendió traía una espectacular playera de The Hives, el gerente era una calca de DiBlasio y el otro tipo al que le pidió cambio era un greñudo con lentes que yo neta pensé que era Rigo, pero su perfecto inglés me hizo entender que jamás había pisado Matamoros.

La citada flacucha me solicitó ácidamente 197 dólares con 92 centavos por 7 dvd's y 3 cd's (que en verdad no consigo en otro lado), a lo que yo rápidamente respondí con dos machetazos de 100 dolarucos que pocas veces he desembolsado con semejante regocijo y sin remordimiento.

La noche finalizó así en esta colorida esquina de Sunset.

Subimos al coche varias bolsas amarillas súper kitch y partimos hacia el hotel pensando en todos aquellos grupos que olvidamos al momento de buscar discos y en todas aquellas grandes producciones que debiesen estar en nuestra filmoteca.

Habrá tiempo de volver a "Amoeba" y de contarle a todos, por este medio u otro, que antes de morir tienen que venir al menos una vez, así como lo hice yo con este par de buenos amigos.

No lo desdeñen, Troy (el que gastó 152 dólares) me conminó a ello y yo no le creí. Y Eztel (el que se botó 140) está de testigo.

Monday, January 1, 2007

San Valentín en enero


Cuando me comí las 12 uvas, no recuerdo haber deseado comenzar el 2007 con el tarareo de una rola de Valentín Elizalde, pero todo es culpa de mi amigo Miguel.

No sé si le afectó tener la desgracia de cumplir con la primera encomienda laboral de este año (agendada de modo inaudito para las 7:00 horas de este 1 de enero), pero el chiste es que el tío llegó a la chamba dispuesto a convertirse en la versión gangosa del de por sí gangoso "Gallo de Oro" (como le apodan al finado Elizalde en Bandamax y en Telehit).

Estaba yo tranquilito frente a mi compu, feliz de la vida con la rebanada de un cheesecake que sobrevivió a la cena de Año Nuevo, cuando de pronto vino el acapellazo de mi amigo al más puro estilo del palenque de San Juan Tequilero. Sin pedir permiso y con los decibeles esparcidos por doquier, se escuchó un vibbbbrato irregular que congeló mi almuerzo: "Vete yiiiaaaaaaa, si no encuentras motiiiivooo... para seguir conmiiiiiigo, para qué continoooaaaaaar" (tono gangoso en vivo desde la tierra de Temoaya es poco decir).

Creí que el tipo estaba desveladísimo, pensé que se estaba haciendo el chistoso o que andaba crudo, pero no. Realmente puso el corazón en la interpretación. Lalo Rodarte y su Tromba Duranguense se habrían quedado estúpidos al ver el gesto de dolor contenido en las cejas de este Gallito devotee.

Más allá de su notable habilidad lingüística para imitar lo inimitable, el buen Mike estaba abrazando el 2007 con un alarido intravenoso que me provocó risa y me arrancó espamos interrumpidos en el maxilar.

Intenté concebir todo y preferí recordar a Miguel en sus mejores momentos (como fan consumado de U2 o como estudiante de la Ibero), pero ni tiempo me dio el grandulón de limpiar su imagen con el trapo de mi nobleza.

La siguiente estrofa que se aventó fue el calambre definitivo de esta agonía auditiva: "Vete si no sientes que mi boca te provoca sensaciones cuando ronda por tus laaaabios; vete si tu cuerpo no se excita cuando forma de caricias que recorro con mis maaaanos". (No puse signos de puntuación porque el dichoso Valentín se la avienta seguidita y sin respirar, efecto que baja la corriente sanguínea y acelera la naquez, aunque también alborota a sus miles de seguidoras).

Confirmado. No era jorobar por jorobar. A mi cuate en verdad le gusta esta salmodia de los palenques norteños y de las tamalizas nocturnas en Reynosa y Ciudad Obregón.

Su ímpetu narrativo era tan escaso como su entusiasmo musical al entregar la laringe al viento, pero lo que ya de plano me dejó pasmado fue el deseo de Miguel de exprimir al máximo la liturgia valentinesca y de hacerse fan como propósito de Año Nuevo. Sí, lo diré: en el buscador GOOGLE solicitó los lyrics de esta hermosísima melodía para perfeccionar el cántico y no errar en lo que reza el fallecido idolazo.

Decirme luego que tenía la canción en su I-Pod no fue nada. Sorpresa ya no me causó en lo más mínimo, aunque he de admitir que sí se veía muy gracioso el enunciado de los resultados de GOOGLE con el "Click here to send Valentin Elizalde polyphonic ringtone to your cell phone". Se lee tan extraño y se ve tan incoherente como decir que Gertrudis es un nombre cachondo.

Anyway. La naquez es la naquez y los placeres culpables existen. Se dice que todos tenemos un najayotote en nuestro interior y, ya para las 6 de la tarde, a mí me afectó la poca chamba del 1 de enero y me entró el gusanito de checar el videoclip del mentado tema "Vete ya", el que hechizó a mi amigo.

A reserva de que lo recomiendo ampliamente para carcajearse de lo lindo, hay dos detalles para la posteridad en http://www.youtube.com/watch?v=D0YdPXodPrY que deben ser devorados por los internautas en este 2007:

1) La escena "sexy" de Valentín Elizalde rascándole la espalda a la güerota desnuda que sale babeando por él (recuérdese que era galán)
2) La edición tipo "Psicosis" del estribillo (a cada navajazo, un corte y queda). Ga-tí-si-mo.

Momentos de desahogo, de dejar fluir lo abominable y lo exterminable, ratos en los que, como diría Sabines, ojalá "la muerte no nos haya visto" porque me cae que se arrepiente de llevarnos algún día.

Espero comenzar elegantemente el 2007, ahora sí, a partir de mañana. De lo contrario, las uvas van a agujerarme el estómago a manera de reclamo por este mugre tarareo que no me quito.

Esfúmate Valentín, vete ya.